CARLOS TORO
Los franceses llaman a la bicicleta la petite reine, agigantando sentimentalmente su importancia, otorgándole a su escueto tamaño un plebiscitario título de realeza. Con esa lírica definición monárquica le rinden un homenaje de cariño y pleitesía. Pero la pequeña reina está triste. Unico elemento inocente e incontaminado por naturaleza y definición dentro del entramado comercial y competitivo del ciclismo, no pasa por buenos momentos. Y ha perdido credibilidad y capacidad de suscitar entusiasmo.
Decir que el ciclismo se muere sería exagerar. Pero afirmar que goza de buena salud (o de salud, a secas) equivaldría a mentir.Puede que nunca la haya tenido peor, sometido a los mordiscos de una pescadilla que se muerde la cola, versión piscícola del círculo vicioso. La extensión del dopaje conduce al desinterés del público. El desinterés del público repercute en el descenso de las audiencias televisivas. El descenso de las audiencias televisivas desemboca en la restricción de las retransmisiones.La restricción de las retransmisiones comporta la desaparición de carreras. La desaparición de carreras supone la deserción de patrocinadores... Y viceversa.
El caso es que el ciclismo se encuentra en estado crítico, ya que no terminal. Por si fuera poco, la Unión Ciclista Internacional (UCI) y las grandes rondas (Vuelta, Giro y Tour) están a la greña.Las tres han decidido sacar del calendario ProTour a las carreras que dependen de sus organizaciones. Hoy, en Bruselas, se reúnen de nuevo ambas partes para tratar de llegar a un acuerdo respecto a, para empezar, la París-Niza que arranca el día 11. Los equipos del ProTour, lejos ellos mismos de posturas unitarias, oficiarán de mediadores.
La reina, mientras tanto, espera que el tiempo juegue a su favor; que las cosas tiendan a olvidarse o reconducirse; que, a medida que la temporada vaya creciendo en importancia e interés, vuelvan poco a poco las aguas a su cauce. Confiemos en una regeneración ética del ciclismo y, como consecuencia de ese rearme moral, en un regreso del público, los patrocinadores, las carreras y la unidad. En cualquier caso, y como mínimo, este curso va a ser de penitencia y prueba. El comienzo de una travesía del desierto. Y no la haremos en camello, sino en bicicleta.
|