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 ESPAÑA
CRISIS ANTITERRORISTA / La expulsión
No se va, le echan
El cocinero Alain Ducasse abandona Bidarry entre amenazas nacionalistas
RUBÉN AMON / Corresponsal

PARIS.- Alain Ducasse ha cerrado la puerta de su caserío en Bidarry (País Vasco francés). Lo abrió en 2003 mimetizándose en el paisaje y en las tradiciones culinarias de la zona, pero el brillo de las estrellas Michelín (14), su fama de maestro cosmopolita y las alergias epidérmicas al impuesto revolucionario despistaron a los ideólogos abertzales.

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Era inadmisible que el chef más laureado del planeta ultrajara el lar de la caverna y le diera una vuelta de campana a la receta del chuletón. Por eso, los alfiles de Batasuna celebran la dimisión del cocinero con matices intimidatorios: «La retirada de Alain Ducasse debe convertirse en un ejemplo para todos los hombres de negocios y especuladores que saquean y folclorizan el País Vasco», decían en un solemne comunicado.

Nunca le habían llamado a Ducasse especulador ni folclorista.Tampoco le habían puesto una bomba en uno de sus restaurantes.Razones de fuego que relativizan ese concepto de la retirada descrito en el comunicado batasunero. Porque Ducasse no se marcha.A Ducasse lo han echado.

El documento de la dimisión lo suscribió hace unos días con resignación e instinto de superviviencia. Administrativamente, implica que el cocinero titular del Athenée de París abandona la Presidencia del consejo de administración y despoja al caserío de sus cucharones.

Políticamente, en cambio, supone que la corriente abertzale se ha cobrado una víctima de claras resonancias propagandísticas: Ducasse, caballero de la Legión de Honor y propietario de 26 templos gastronómicos entre Nueva York y Kuala Lampur, molestaba en la aldea de Bidarry porque era un foco de atracción de «gourmets, millonarios y visitantes sin ánimo de integrarse».

Palabra del alcalde local, Jean-Bernard Berhouet, cuya visión endogámica de la administración a la sombra de la ikurriña parece haberle nublado las entendederas. ¿No era un reclamo para el pueblo que el maestro de los fogones decidiera instalarse respetuosamente entre las montañas?

Pues no. Jean-Bernard Berhouet acusa de haber alertado a los especuladores inmobiliarios y de haber elevado el precio de las viviendas en la zona que ocupa desde hace cuatro años. «Así que nuestros jóvenes ya no tienen recursos para hacerse con un terreno», razona el alcalde sin prestar atención al desarrollo turístico ni a la mano de obra.

Alain Ducasse no es un hombre franquicia ni un depredador. Cada una de sus empresas se atiene al espacio medioambiental y a las tradiciones culinarias. Incluido el complejo de Bidarry, un espacio recóndito a 35 kilómetros de Bayona donde el cocinero francés había construido siete caseríos para el alojamiento y un restaurante para el éxtasis sensorial.

Cocinaba bacalao y carnes rojas. Respetaba la costumbre de la guindilla y del pacharán. Deleitaba a los comensales con rodaballo asado sobre un plato de alubias tolosarras. Preparaba chipirones estofados rellenos de verduras. No importa. Los sindicatos abertzales consideraban al mismo tiempo que había en su actitud unas evidentes pretensiones colonizadoras y que Ducasse esclavizaba al personal del servicio y de la cocinas.

El chef no quiere pronunciarse al respecto de las presiones ultranacionalistas ni quiere mezclarse en la operación de vacío o de omertá que hayan podido urdir los cocineros vascos de tendencia nacionalista (¿acaso no era Ducasse un elemento de competencia molesto?).Tampoco se detiene a valorar públicamente los motivos de la dimisión, aunque el silencio impenetrable redunda proporcionalmente en las dos hipótesis más razonables: estaba claro que el millonario Alain Ducasse no pensaba desembolsar el impuesto revolucionario.Y puede ser, igualmente, que le hayan amenazado de muerte para darle una vuelta de tuerca al efecto intimidatorio de los atentados organizados contra el restaurante.

Los dos primeros se produjeron mientras los obreros levantaban el paraíso culinario en 2003, mientras que el último tuvo lugar el pasado mes de junio, cuando un grupúsculo terrorista denominado Irrintzi colocó unos explosivos en el local de Bidarry para ahuyentar a los turistas en el preámbulo del verano y acusar al maestro cocinero de «extranjero».

Tiene gracia lo de extranjero porque Alain Ducasse, considerado por la revista Forbes como uno de los 100 hombres más influyentes del planeta, es natural de las Landas. O sea, que su domicilio bautismal se encuentra a unos pocos kilómetros de la tierra que Batasuna considera inviolable y que los pistoleros de ETA han convertido en un preferencial escondite logístico.

Así se explica otro párrafo memorable que los amigotes de Otegi escribieron para celebrar la dimisión de Ducasse: «El País Vasco necesita un desarrollo armonioso de sus recursos y riquezas, en interés de sus ciudadanos y ciudadanas», señalaron los portavoces de Batasuna.

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