José Manuel González Janeiro vuela hacia su esperanza de pago, una pasta de bolsillo para salvar el cuello gracias a una máquina suiza que lanza protones contra las células tumoradas, un tratamiento que no existe aquí sin poner en riesgo la vida y que la Sanidad española se niega a financiar.
A este gallego que escoltó durante 10 años al Rey no le ha servido de mucho pertenecer a Isfas (la Seguridad Social de los militares) ni ser socio de Adeslas. Ni el seguro público ni el privado le han dado abrigo económico en medio de este invierno que le dura ya más de un año, aquel septiembre de 2005 en que los médicos le diagnosticaron un tumor cervical que hoy es un «cordoma de la columna cervical superior con extensión intraespinal y prevertebral parafingea izquierda».
Las comillas son del 15 de febrero y las firma el Paul Scherrer Institut de Villigen (Suiza), el lugar donde hoy José Manuel y su máquina empezarán a tratarse de tú. «Ojalá sea el principio del fin de esta pesadilla».
Habla Rosario Estévez, esposa de cartas tomar, mujer de queja ante la Casa Real, el presidente del Gobierno, el Ministerio de Defensa y de Sanidad y hasta el Defensor del Pueblo. Y ante EL MUNDO, al que le contó la historia en noviembre.
«Después de que ustedes publicaran nuestro caso, Isfas me contestó que la financiación de tratamientos fuera de España se limita a situaciones de urgencia. ¿Y esto qué es? Si mi marido se trata en España, tiene riesgo de morir debido a la ubicación del tumor.Sólo la tecnología de Suiza le da más posibilidades de curación», explica Rosario.
La clínica suiza asegura que, «en colaboración con los médicos del señor González en España», ha llegado a la conclusión de que, si no se realiza ningún tratamiento complementario, «el tumor residual progresará, pudiendo causar daños neurológicos y pudiendo incluso llegar a ser fatal».
Y, tirando de tecnicismos, el centro bávaro concluye: «No existe evidencia científica de que un tratamiento de quimioterapia sea eficaz en el tratamiento de los cordomas. La radioterapia convencional disponible en España incluyendo la radioterapia conformacional tridimensional, la radioterapia estereotáxica, la IMRT, etc..., presenta limitaciones en la posibilidad de administrar dosis significativamente altas al tumor debido a la estrecha proximidad del tumor a estructuras anatómicas sensibles, en particular a la médula espinal cervical».
El 23 de noviembre del año pasado, Isfas había contestado a Rosario citando el artículo 76.4 del Reglamento de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas: «La urgencia vital debe tratarse de una situación objetiva de riesgo, que se produce de modo súbito e imprevisible y cuando la tardanza en obtener su asistencia ponga en peligro la vida o curación del enfermo».
Sin embargo, fue un hospital público español -el Meixoeiro, de Vigo- el que recomendó un «tratamiento combinado radioterápico con fotones y protones, técnica no disponible en este centro», y se puso en contacto con una clínica francesa para saber si podía atender a José Manuel. Y fue otro centro español -el Miguel Domínguez, también de Vigo- el que dijo que la localización del tumor hacía «imposible su tratamiento en España». Y fue un tercer centro español -el Hospital Ruber Internacional, de Madrid- el que aseguró que no dispone de las técnicas adecuadas para dicho tratamiento «sin asumir cierto riesgo de efectos secundarios (afectación de la médula espinal)».
Así que frente al riesgo sólo queda el talonario. Los suizos ya le han pedido a Rosario 9.000 euros, un adelanto de las 37 sesiones que, en un par de meses, quizá curen a José Manuel, un rey de su casa... sin escolta.