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 MADRID
Mortal competición nocturna
Sucesos. El joven atropellado el sábado en un polígono industrial de Móstoles estaba intentando esquivar a dos coches conducidos por amigos suyos que hacían una carrera ilegal. Era un soldado de la base militar de El Goloso
LUIGI BENEDICTO BORGES

La carretera puede convertirse en asesina, pero quizá sea necesario otro adjetivo para ella cuando son los propios conductores los que se lanzan a ella olvidando el día que aprendieron el significado de la palabra «temeridad». Como los jóvenes que sufrieron un accidente el sábado por la noche que le costó la vida a un chico de 19 años. Fue atropellado por el vehículo de un amigo que efectuaba una carrera ilegal en el polígono de La Fuensanta, Móstoles.

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A última hora de la tarde del sábado, los siete jóvenes implicados en el incidente se preparaban para una noche diferente. Según diversas fuentes relacionadas con el caso, al menos cuatro de ellos, incluido el fallecido, eran militares de la base El Goloso, ubicada en Colmenar Viejo. No tenían bien claro qué hacer, pero como uno cumplía años, juntaron varias opciones: hacer botellón, ver el eclipse de Luna, salir de marcha con una catana y, si se terciaba, hacer carreras ilegales como en tantas películas, tan famosas como escasamente apreciadas por la crítica.

Móstoles fue el lugar elegido para que confluyeran todas sus ideas de una noche, exactamente, los polígonos industriales Prado de Regordoño y La Fuensanta. Allí quedaron con una joven residente en el municipio. Pero mientras la chica se arreglaba, decidieron tomar algo en el Restaurante Carlos V, ubicado en la avenida del mismo nombre. Eran las 22.00 horas. Había comenzado el partido de la Liga de fútbol entre el Sevilla y el Barcelona y cada uno de ellos se pidió un combinado para beber y unas raciones para picar.

«Eran unos jóvenes de apariencia normal, para nada habituales de por aquí. No los conocía de nada», explicaba unas horas después del accidente el camarero que los atendió, el mismo que poco después tuvo que llamarles la atención. «Uno de ellos sacó una espada muy larga, una catana y tuve que apercibirle y decirle que la guardara. Me hizo caso y no pasó nada más. Llegó la vecina a la que esperaban y a las diez y media ya estaban fuera», explicaba el mismo trabajador. Los siete amigos se pusieron a ver el eclipse mientras hacían botellón. Y a eso de las 23.45 horas, cuando la luna estaba completamente inmersa en la sombra terrestre, dos de ellos se montaron en sus respectivos vehículos (un Opel Corsa negro y un Hyundai Coupé rojo) y comenzaron a hacer trompos y demás acrobacias a cuatro ruedas.

El lugar era la avenida de las Artes. Cercana a una gasolinera, la vía, muy ancha, acoge varias fábricas, como la de productos de droguería y perfumería Coperlim. Pese a que la avenida está relativamente aislada de las viviendas, varios vecinos se percataron de la competición y avisaron a la Policía Local. Lo mismo hicieron los vigilantes de seguridad de uno de los locales.

Mientras, los jóvenes seguían a lo suyo. Al parecer, estaban sacando fotos y vídeos de la carrera con sus móviles cuando uno de ellos, que ejercía de espectador de las maniobras de sus amigos, se lanzó a la carretera con la intención de torear los coches como si se trataran de vaquillas. Uno de los conductores no midió bien la distancia y se lo llevó por delante. Eran las 23.57 horas.

En pocos segundos, el Hyundai dio una vuelta de campana y se empotró contra un camión aparcado. El conductor sufrió diversas heridas de gravedad y un fuerte golpe en el cuello. Tuvo que ser rescatado por los Bomberos de la Comunidad, que tuvieron que abrir el techo del vehículo, según informó un portavoz de Emergencias 112. Ahora sigue ingresado en el Hospital Doce de Octubre en estado grave. El otro conductor sufre varias heridas leves y fue trasladado al Hospital de Móstoles por una ambulancia de la Cruz Roja. Su coche quedó incrustado en una valla de barrotes metálicos.

Después del accidente, el circuito fue acordonado. Muchos curiosos paraban sus vehículos y salían corriendo a ver qué pasaba. La curiosidad podía con el frío y las altas horas de la madrugada.Todos sacaban fotos, llamaban para contar lo que habían visto y pergeñaban hipótesis sobre lo ocurrido.

Con el cadáver en medio de la calle tapado con una manta blanca, los efectivos policiales comenzaron las pesquisas, analizando los restos de aceite y gasolina que se mezclaban en el asfalto con las marcas de neumáticos. Los cuatro jóvenes fueron atendidos por los efectivos del Summa y posteriormente acudieron a prestar declaración y explicar lo ocurrido.


Tan peligrosas como habituales

Las carreras clandestinas no son algo nuevo en la Comunidad de Madrid. La reciente fiebre por los coches 'tuneados' y las franquicias cinematográficas del tipo 'A todo gas', han provocado que en algunos municipios la práctica sea habitual, para desesperación de vecinos. Sobre todo los fines de semana.

En Alcorcón, centenares de vecinos del barrio Prado Santo Domingo se manifestaron en abril de 2002 para denunciar los ruidos y la inseguridad que les provocaban las carreras ilegales que se producían en sus calles, debido al estado de abandono de las vías y la ausencia de señales y semáforos que regulasen la circulación.Los habitantes del barrio de San Cristóbal de los Angeles, en Villaverde Bajo, también han mostrado varias veces que cada semana padecen carreras ilegales de coches por sus calles.

Además, los vecinos denuncian que «suelen ser vehículos robados» y que la Policía casi nunca va por allí. A finales del año pasado, fueron detenidas en la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha 16 personas, entre ellos un menor de edad y cinco mujeres.

Estaban acusados de 155 delitos, entre ellos, robos en concesionarios y con intimidación a sus conductores. Los vehículos los utilizaban después para participar en carreras ilegales y, en ocasiones, para cometer los atracos y procurar la huida.

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