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 OPINION
COMENTARIOS LIBERALES
El chantaje
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Los españoles piensan, en su gran mayoría, que Zapatero ha cedido al chantaje del etarra De Juana Chaos. Y dos de cada tres consideran malo o muy malo que el presidente del Gobierno, el mismo que juró ante el silencioso Rey guardar y hacer guardar la Constitución, el mismo a quien todos le pagamos el sueldo para que luche contra el terrorismo, se haya humillado a sí mismo y a toda la sociedad española en su pública rendición ante el chantaje de la ETA.Hasta ahí, todo parece estar claro. Pero no es así. Para que haya chantaje, lo primero es que exista una amenaza del chantajista al chantajeado. Puede ser de carácter material, como destrozarle una tienda, quemarle una casa o hundirle un negocio. Puede ser de carácter familiar, como destapar la clásica infidelidad conyugal que desemboca en divorcio, hacer público el comportamiento poco edificante de algún hijo, mostrar las debilidades de algún familiar próximo, o cualquier cosa que menoscabe el crédito del chantajeado.Por último, bien puede ser de carácter criminal o terrorista, amenazando con el secuestro o asesinato del chantajeado e incluso de sus familiares. En todos estos casos, la razón del chantaje está clara y depende de las circunstancias, de la capacidad y del valor del chantajeado cómo afronta la violencia. Si es una navaja en el cuello al salir del cine, no será imprudente entregar una cartera o un reloj. Si paga protección para no ser arruinado, asegura su ruina futura. Si se somete al chantaje sexual se asegura también la extorsión a perpetuidad, salvo que sólo busque ganar tiempo para pasar al contraataque y acabar con el chantajista, legal o ilegalmente.

Ninguna de estas circunstancias se dan en el caso del chantaje del asesino etarra. No amenaza de muerte a Zapatero, sino que amenaza poco verosímilmente con matarse él mismo. ¿Y qué? Tampoco parece que el presidente sea susceptible de un chantaje sexual, no tanto por sus costumbres, que ni conozco ni me importan, como por el hecho indudable de que la opinión pública y más que probablemente su familia lo respaldarían en cuanto él mismo diera cuenta de los términos del chantaje. Pero si la vida o la familia de Zapatero no están en peligro, sólo quedan dos elementos para chantajearle: el crédito social y el negocio, que en un político sometido a las urnas son una misma cosa. Y ahí sí vemos dos herramientas verosímiles de chantaje: los compromisos de Zapatero con la ETA a cambio del alto el fuego y la posibilidad de desvelar una cierta participación etarra, directa o indirecta, en el 11-M. Cualquiera de los dos, o ambos, explicarían, por su gravedad, la rendición de Zapatero. Lo inverosímil es que se proporcione a la ETA el mayor triunfo de su historia para ahorrarse en la cárcel el pan bimbo. Terrible es que ZP haya cedido al chantaje etarra. Peor aún, que no sepamos qué ha pagado con su cesión.

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