Gran Teatre del Liceu
Autor: H. W. Henze./ Intérpretes: Laura Aikin, Pär Lindskog, Tom Fox. Orquestra del Liceu. Cor de Cambra del Palau. Cor Vivaldi./ Director: Zoltán Peskó./ Producción: Covent Garden./ Director de escena: Nikolaus Lehnhoff./ Fecha: 2 de mayo.
Calificación: ****
BARCELONA.- El Liceu tenía una deuda con Henze y la ha empezado a saldar con estas representaciones de Boulevard Solitude, que contó además con la presencia del autor, a pesar de su precario estado de salud, y fue muy ovacionado.
Dentro del repertorio operístico, es la tercera partitura de Henze y se estrenó en 1952 y muestra las características básicas del compositor en aquella época. Como es lógico ha sufrido una cierta evolución, pero mantiene sus criterios básicos. Henze es un creador ecléctico, que sin renunciar a las ideas dodecafónicas, mantiene una diferenciación en lo atonal y lo tonal, separando el amor de los vicios de la sociedad, en un mundo corrompido.
El tema tiene como referencia Manon de Prévost, pero discurre en un tiempo más moderno y con una acción bastante distinta, actualizada a los vicios del mundo actual. En la música podemos encontrar ritmos que recuerdan a Stravinsky, referencias al jazz y también un cierto melodismo, con una orquestación que utiliza nuevos timbres, como el vibráfono o la mandolina. En su planteamiento hay papeles cantados, pero también momentos bailados y otros con una mímica de gran importancia, que ayuda a definir la sociedad actual.
La producción del Covent Garden es de un gran impacto, desde el cuadro inicial, en una estación de ferrocarril monumental, que creaba ciertas dudas en el desarrollo de las escenas más intimistas, pero hay que decir que el director, Nikolaus Lehnhoff, solventa las posibles dificultades de una forma fantástica, mediante el movimiento de unas columnas, unos paneles y unas plataformas, que van especificando de forma clara cada una de las escenas.La idea de que en los interludios se vuelva siempre a la estación, con todo el gran movimiento escénico, con personajes muy significativos es un gran hallazgo y separa, pero a la vez enlaza, la continuidad de la obra, siendo muy importante el trabajo con los cantantes i figurantes. Lleno de detalles.
Zoltán Peskó, que sustituía al director titular Sebastián Weigle, por enfermedad, supo conseguir de la orquesta un alto rendimiento, contrastando las diferentes formas musicales y logrando identificarnos con el universo de Henze, con una participación de orquesta y coros muy cuidada. Laura Aikin supo dar vida escénica y vocal a Manon Lescaut, remarcando sus miedos y caprichos y Pär Lindskog consiguió reflejar al atormentado Armand, si bien el papel ganaría con una voz de estructura más densa, mientras Tom Fox estuvo correcto como Lescaut, convertido en una especie de chulo, al igual que el resto de los personajes.