Martes, 6 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6288.
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La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir (Gabriel García Márquez)
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Guapos y felices
JUAN GARCIA

Realmente somos un pueblo perfeccionista, exigente consigo mismo hasta la exageración. Este estado de ánimo suele traer como consecuencia una cierta frustración, porque la perfección, ¡ay!, no hay dios que la alcance. Por eso tendemos a valorar poco lo que hacemos.

En las conversaciones de café, en las horas muertas en el trabajo o en los encuentros casuales en los que buscamos desesperadamente algún tópico a comentar que nos salve de silencios embarazosos, predominan los comentarios negativos hacia lo que tenemos o nos es más próximo. Por ejemplo, la ciudad en la que vivimos, que nos parece más sucia, desarreglada y con mayores dosis de incivismo que cualquier otra con la que la comparemos. Y, sin embargo, la novedad es que empezamos a vernos de otra manera. He leído recientemente que una encuesta realizada por un portal en Internet asegura que el 74,6% de los españoles se ve guapo cuando se mira al espejo. La cifra no está nada mal. Tres de cada cuatro se mira y exclama algo parecido a eso de ¡viva la madre que me parió! La parte negativa es que, a pesar de nuestra elevada autoestima, la mitad de nosotros nos someteríamos a una operación de cirujía estética si fuese gratis. De ahí a reclamar que entre en el seguro hay un pequeño paso, y no sería conveniente que machacáramos las hoy boyantes cuentas de la Seguridad Social con reivindicaciones de este tipo que nunca tendrían fin. Nos vemos bien y nos lo creemos, aunque aspiramos a más, lo que es una legítima ambición.Ahora vienen las elecciones municipales y me temo que más de un candidato va a estar dispuesto a aprovechar ese íntimo deseo de al menos la mitad de su electorado, siempre según ese sondeo, para hacerle ofertas tentadoras. «Si me vota y conseguimos la alcaldía, le embellecemos gratis», podríamos llegar a ver en banderolas y trípticos. El candidato prometedor iría al mercado municipal de su pueblo y tendría que decir cosas como «¡Qué guapos que estáis, aunque se puede mejorar y sin coste alguno para el bolsillo!». Todo con tal de hacer valer su promesa electoral.Por ahora, nadie está yendo tan lejos y todo está siendo bastante previsible, la verdad. Alberto Fernández Díaz, por poner un caso, ha echado mano del consabido reclamo de seguridad ciudadana.«Barcelona -ha dicho- será de nuevo la ciudad de la ley y el orden, y sin okupas». Suena a western. Y es que el candidato popular sabe que a sus votantes les preocupa más las cuestiones de seguridad que las de la belleza, dicho sea esto sin nigún tono peyorativo. Al menos ésa es la conclusión que extrae otro estudio, éste probablemente más científico, sobre Valores básicos, circunstancias vitales y orientaciones políticas que ha llevado a cabo el Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat de Catalunya en la provincia de Barcelona. En el otro extremo estarían los votantes de ICV, que serían los más interesados en la política y menos por los temas de seguridad. En este sentido, ya no extraña tanto la comprensión mostrada por la alcaldable Inma Mayol hacia el movimiento okupa. El estudio del CEO no nos dice nada acerca de la inquietud que sienten los barceloneses acerca de su físico, lo que nos hubiera servido para comparar ambos sondeos de opinión, pero sabemos que fueron los dirigentes de ICV los que defendieron con ardor la inclusión del derecho a la felicidad en el entonces proyecto de Estatut. Todavía más, parece que el departamento de Joan Saura encargó a la Universitat Pompeu i Fabra un informe que evaluara la «medida cuantitativa del capital social», que costó 17.400 euros y da idea de cómo, aunque frecuentemente nos cueste reconocerlo, nos preocupa nuestra estado de ánimo físico y síquico. Eso sí, a unos más que a otros.

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