Después del receso de 10 minutos, 18.403 sí aportó indicios que permiten saber cómo fueron los días posteriores al atentado para los policías que afrontaron la investigación. Cuán caóticos. Las diversas líneas de investigación abiertas, que en la primera hora no descartaron nada y que encima tuvieron que gestionarse en un ambiente político que no consentía la pausa, sino que exigía respuestas antes de las elecciones del 14-M, sólo dieron con una conclusión determinante en abril. En ese piso de los suicidas de Leganés adonde llevó el análisis laborioso de las pistas que iban surgiendo. Según 18.403, la naturaleza islámica del atentado tomó cuerpo el día 13, en el locutorio de Jamal Zougam. Sólo entonces comenzó una «segunda fase» de la investigación que ya descartaba a ETA y que se encarriló con la identificación de El Chino por Zouhier, el día 17, y con la de la casa de Morata por Trashorras, el 19. Más allá de las migas de Pulgarcito que fueron apareciendo, el propio 18.403 reconoce que todo se habría resuelto con más rapidez si de verdad hubieran existido los cadáveres de los terroristas suicidas anunciados en exclusiva por la Ser. Pero en los trenes no hubo suicidas. Y la primera hora policial fue una enorme confusión en la que cualquier teoría era contemplada y que sólo se domeñó pasadas las elecciones. Aunque ya no importe, esto obliga a la comprensión por la figura de Acebes, entonces ministro del Interior, estigmatizado como mentiroso por los mecanismos de agit-prop de aquellas 72 horas implacables, cuando sólo fue el portavoz de un barullo policial al que no se concedió ni un tiempo mínimo de respuesta.

En lo que insistió 18.403 fue en que todas las certezas que ahora manejan los servicios de Inteligencia e Información no se tenían antes de los atentados. Que aunque en el comando hubiera viejos conocidos con los rostros ya clavados con chinchetas en algún panel de corcho, no se conocía a El Chino y a Trashorras no se le vio venir porque estaba vinculado a la delincuencia común. Y que incluso la casa de Morata de Tajuña dejó de vigilarse en 2003, después de la detención de Maimouni por los atentados de Casablanca. Así intentó refutar cualquier posibilidad de negligencia policial y de desatención a los confidentes. Circunstancias, éstas, que indican que a pesar de la situación de «alarma crítica», la guardia estaba baja y que, en verdad, España era el «eslabón más débil» del trío de Azores.