Martes, 6 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6288.
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Cuando Almodóvar creó a la mujer
ANA CONDA

QUÉ: Entrega de los Fotogramas de Plata 2006

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CUANDO: Anoche, a las 22.00 horas, en Joy Eslava

POR QUÉ: Penélope Cruz reaparecía en Madrid de la mano de Almodóvar tras los Oscar

Y servidora que pensaba que iba a disfrutar como una enana -por Dios, que no me pille una asociación en defensa de gente bajita, que no tengo yo el escote para farolillos- y, al final, lo que he sufrido yo, no lo sabe nadie. Primero, con mi íntima Ceci García, que está en crisis... Nenas, que le ha dado por ahí, con lo que es ella de lovely. Ya me puso el corazón en un puño. Después, con Adriá Collado, que, mea culpa, no está gordito, sino estupendo pero, caris, en vez de ir a ver unos premios, parecía que iba a limpiarlos. Y si no tenía yo poco ya con eso, Bibiana, espectacular con un Lanvin berenjena, pasando frío porque, chicas, leed esto en bajito que me da como vergüenza: como no llevaba suje, iba con la pechera turgente, o séase, empitonadísima. Y, claro, con esa carga, sólo se puede estar ísima. Pero, realmente, lo que estuvo a punto de saltarme las lágrimas fue lo de Miriam Díaz Aroca. Lo que pasó la Madre Teresa de Calcuta, la pobre, en Calcuta, sin una crema nutritiva y con esa misericordia, ni comparación tiene con la condenación que tuve yo con la TV star, con su vestidito negro con tirantitos, que qué pena. Resulta que anoche se celebraba la por siempre fastuosa entrega de Premios Fotogramas, que es hipermega y este año ha sido un delirio. ¡¡¡Estuvo Pe!!! Pe y Pedro. Los dos. Como os podréis imaginar, sudoré lo que nadie sabe porque a mí, a mí, ambos me enloquecen. Y ¿qué pasó? Pues que a las 22.16 PM, la diva apareció en la alfombra roja con su director, de improviso y por sorpresa, y ya no hubo flashes, cámaras, preguntas, dudas, gritos, peladillas, kleenex... nada más que para ellos. Y la pobre Miriam, que decidió entrar en Joy a las 22.15.45 PM, se quedó para vestir santos. Con su vestidito negro de tirantes, la pobre. Ni la miraron. Y yo que, con lo de Ceci que ya me quedé yo hipernostálgica con lo que pude haber sido y la talla de bragas de hoy, empecé a comparar sus ayeres, sus hoys y sus siempres, y lloré. Lloré. Pe, tan mona. Anteayer en San Remo, la semana pasada en los Oscar, anoche con su Armani azabache, el próximo verano con Woody Allen rodando en Barcelona.... ¿Que tiene problemas con las cremalleras? Vale. Es un problemón. Si no tienes a Johnny Galliano cerca, una mercería de referencia en Sunset Boulevar es complicada de encontrar, pero es que algo tenía que tener. En cambio, Miriam, con su niño, en Somosaguas... Cada una ha hecho una elección. Eran libres. Punto. Pero es que cada vez que me acuerdo de que ambas protagonizaron Belle Epoque y Pe, entonces, estaba reñida con la pinza de depilar, digo: lo que es la vida. ¿Quién le iba a decir a Pe que conocería a Pedro, con quien flipó en Atame -a mí me moló lo del buzo en la bañera-? Pues hoy se ha convertido en su musa, con la que va a rodar La piel que habito y con la que se escribe mails incluso momentos antes y después de que no leyeran su nombre tras un The winner is, que eso es heavy. Ella en L. A. y él en París. Ni un océano les separaba. Y con los nervios que han pasado, anoche, a ver, estaban apenaditos porque terminaba el ciclo de Volver. Total. Sufríamos todos. Porque si yo fuera Elsa Pataky también sufriría. Estaba fantástica con su falda Dolce & Gabbana y su camisa a lo Sharon Stone pero, niña, quédate ya en ese peso. Di: Stop in the name of love. Y ni que decir tiene lo triste que debía estar la mujer de Sergi Arola, de la mano de Boris Izaguirre, guardando los tupper del año del cocinero porque, para mí, que guisa una vez al año para, luego, ni pisar la vitro. Y si nos acordamos del traje de Marisa Paredes, el harakiri sería lo único que nos salvara. Eso o un morreo de Leonardo Sbaraglia. Ejem.

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