La trifulca pública -que ha derivado en un grave incidente diplomático- no es ninguna novedad y supone un remedo de la misma situación que se vivió en 1995, cuando historiadores, ex militares y testigos israelíes confirmaron los excesos cometidos por las tropas de su propia nación no sólo en la contienda de 1967 sino también en la de 1956. Ben Eliézer tenía previsto llegar a El Cairo el jueves para entrevistarse con el máximo responsable de la Inteligencia egipcia, Omar Suleiman.

Según el político israelí, el escalofriante suceso nunca ocurrió. «Es cierto que en una batalla de aquella guerra se registró una confrontación entre la unidad que yo dirigía y soldados de un regimiento palestino. No fueron asesinados, como se ha dicho, sino que murieron durante la batalla. Eran palestinos y no tropas egipcias», declaró Ben Eliézer al principal diario cairota, Al Ahram. Sin embargo, sus afirmaciones no han conseguido mitigar la indignación que ha generado el programa en Egipto, donde los diarios dedicaron sus portadas a la controversia, se generaron pequeñas manifestaciones populares donde se pisoteó el retrato de Ben Eliézer y se multiplicaron las diatribas en su contra.

El régimen egipcio se vio obligado a convocar el domingo al embajador de Tel Aviv para requerir explicaciones sobre «ese crimen en el que está implicado Ben Eliézer», en palabras del comunicado que difundió el ministerio de Exteriores de la nación árabe. El mismo texto reclamaba incluso que «a la luz de nuevas informaciones y declaraciones de testigos» el caso debería reabrirse y los implicados ser «enviados ante la Justicia». En el Parlamento egipcio se escucharon además toda suerte de vituperios contra Ben Eliézer y el embajador israelí en El Cairo. «Ese perro, el embajador israelí, se tiene que ir de Egipto», soltó Mahmud Salim, miembro del gobernante Partido Democrático Nacional.

«No lloraron»

Las primeras revelaciones sobre las ejecuciones acaecidas en 1967 se conocieron en Israel en 1995 cuando el ex general Arieh Biro admitió sin resquemor que él mismo había ametrallado a 49 soldados egipcios desarmados en 1956. Biro repitió sus declaraciones en numerosos medios de comunicación como la revista Time, donde describió como les ordenó tumbarse sobre el terreno antes de disparar. «No lloraron. Estaban bajo la conmoción. Todo se acabó en un par de minutos», declaró a ese semanario.

«Si tuvieran que someterme a juicio tendrían que hacer lo mismo con al menos la mitad del Ejército israelí, que en similares circunstancias, hicieron lo mismo que yo», afirmó Biro en aquellas fechas justificando lo acaecido ante la imposibilidad de poder hacerse cargo de los reos en medio del conflicto. A raíz de las revelaciones de Biro, los medios de comunicación israelíes comenzaron a hacerse eco de otros testimonios que causaron una profunda turbación en un país que ha convertido en mito lo que consideran supremacía moral de sus tropas. La acusación más grave de esos días fue precisamente la que realizó el antiguo miembro del archivo histórico del Ejército, Arieh Yitzhaki, que acusó a la unidad de Ben Eliézer, los llamados comandos Shaked, de haber asesinado a entre 300 y 400 uniformados egipcios y palestinos. Yitzhaki añadió que había preparado un informe sobre dicho suceso que nunca fue difundido.

Un testigo de lo acaecido, Gabby Bron, escribió en Yediot Aharonot que él vio como al menos 10 cautivos eran ejecutados por los soldados israelíes en El Arish, al norte de la península del Sinaí, en una tumba que tuvo que cavar una de las víctimas antes de morir. El tumulto público fue enorme y el mismo Yediot Aharonot exigió una investigación oficial sobre dichos señalamientos no para satisfacer a los egipcios sino «por el bien de nuestra conciencia, nuestros principios y creencias». Por el contrario, personajes como Ariel Sharon descalificaron toda la algarada tachándola de «una especie de suicidio nacional. Las Fuerzas Armadas israelíes son un modelo y un símbolo de altos valores morales». A lo largo de los años, los mismos periódicos y canales de televisión israelíes han contribuido a resquebrajar la mitología que acompaña a los hechos de armas israelíes con acusaciones muy similares. Refiriéndose a las últimas informaciones sobre Ben Eliézer, el ex legislador izquierdista Yossi Sarid reconoció en el citado matutino Al Ahram que se trata de «crímenes de guerra» cuya responsabilidad nunca expira, pero también admitió que «el problema en la región es que los crímenes de guerra son numerosos. Castigar a los responsables de esos crímenes 40 años más tarde es difícil pero la Historia los juzgará».