Martes, 6 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6288.
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Los cómics animan la campaña electoral en Francia
Las fisonomías de Ségolène, Sarkozy, Bové y Chirac disparan el género de los tebeos electorales sin miedo a la censura
RUBÉN AMON. Corresponsal

PARIS.- Decía Nicolas Sarkozy que la sátira es un ejercicio saludable de la libertad de expresión. Esclavo de sus palabras, el ministro del Interior no puede evitar haberse convertido en la estrella del tebeo contemporáneo francés. Empezando por una crónica biográfica y demoledora cuyo éxito en las librerías nacionales -200.000 copias- ha servido de estímulo al impulso de un género creativo en asombrosa ebullición: el cómic electoral.

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Cualquier centro comercial bien abastecido sorprende al consumidor por la proliferación de historietas mordaces. Las hay de Ségolène Royal y del presidente Chirac, aunque la oferta también concierne a los candidatos menores. Por ejemplo, José Bové, epígono de Astérix en el siglo XXI y protagonista de un cómic que satiriza sus cruzadas antiglobalizadoras.

La moda del tebeo electoral es el resultado más o menos circunstancial de una confluencia. Francia es un país enormemente sensible a la cultura del cómic, como también es una República que vive con extraordinaria agitación los trances electorales y los comicios presidenciales.

El matrimonio cultural requería un panorama iconográfico a la medida. No era fácil hacer un cómic del aburrido Jospin ni tenía sentido caricaturizar a Le Pen más allá de su propia caricatura. En cambio, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal reúnen la fisonomía necesaria y la oratoria recurrente para convertirse en héroes menores de las historietas sarcásticas.

Lo explica Philippe Cohen, autor del libro superventas de Sarko y pionero del género en los escaparates: «Nuestro ministro del Interior se parece realmente a un personaje de cómic. Tanto por los rasgos como por el lenguaje y por la importancia que concede a la imagen. Llegar a él a través del dibujo era la mejor manera de conocerlo y desentrañarlo. También era un modo de presentarlo a un público más joven con un formato más atractivo que un periódico o un libro de investigación».

No le ha gustado al ministro del Interior la crudeza de esta biografía. Mucho menos cuando los autores se mofan de su estatura y recurren sin piedad a los pasajes escabrosos de su trayectoria amorosa. Ya se sabe, la huida de su mujer, Cécilia Albéniz, con un apuesto publicitario y la revancha pasional del propio ministro con una periodista de Le Figaro.

Habría sido imposible profundizar en semejantes detalles con un libro convencional -Sarko prohibió la publicación de las memoras apócrifas de su mujer-, pero los tebeos se han convertido en un argumento para sortear la censura y transgredir el perfil oficial de los aspirantes al Elíseo. «Históricamente, el cómic francés ha estado libre de cualquier compromiso partisano», puntualiza el editor Vincent Bernière. «En su espacio de libertad, unas y otras historietas se acercan a la realidad de los personajes, los desarticulan, los desnudan sin temor a represalias ni inquisidores».

La oferta de las librerías supera con creces la docena de publicaciones. Algunas reconstruyen irónicamente la infancia accidentada de Ségolène y de Sarkozy. Otras profundizan en la ejecutoria del presidente Chirac o convierten la sede de la jefatura del Estado en el escenario de una oscura trama política.

Es el caso de Palais de l'Elyssée (editorial Casterman), sobrenombre del cómic estelar que ha realizado el eminente dibujante Frisco gracias a un guión noir del escritor y politólogo Remy Le Gall.

Política honesta

La diferencia con las otras obras del escaparate consiste en que predomina la ficción y en que el protagonismo de la crónica lo acapara un aspirante a la Presidencia de Francia completamente inventado: Constant Kérel. «Sirviéndonos de él hemos querido explicar que también hay honestidad en la política», señala Remy le Gall. «Es una manera de replicar al predominio de esos personajes oportunistas, detestables, demagógicos que han aprendido a vivir en la confusión mediática y en la anécdota».

No hace falta decir nombres ni poner apellidos envenenados, aunque la avalancha de cómics en el preámbulo de los comicios (16 de abril) también deja espacio a las visiones pulcras y optimistas. Empezando por Ségo, François, papá et moi (editorial Hachette), un tebeo en blanco y negro de 220 páginas cuyo autor, Olivier Faure, se vale de su afiliación al Partido Socialista y de un formato inusual para contarnos con ternura y audacia los detalles que condujeron a la investidura de la candidata Royal.

La presidenciable ya había sido muñeco de guiñol y víctima recurrente de la prensa rosa, aunque el papel protagonista de un tebeo le ubica amistosamente en el escenario de la gran parodia francesa.

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