Martes, 6 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6288.
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Impresiones
11-M: los policías, ante sus contradicciones

La declaración de los dos policías que ayer comparecieron como testigos en el juicio del 11-M volvió a ahondar en la impresión -desasosegante pero cada vez más extendida- de que las fuerzas del orden tenían en su poder datos suficientes para haber evitado los atentados. El primero de los agentes declaró ayer que su unidad -la UCIE- había investigado la finca de Morata de Tajuña desde septiembre de 2002. Según su testimonio, la parcela se dejó de controlar porque la célula -a la que se supone que pertenecía El Tunecino y a la que se atribuyen los atentados de Casablanca- «prácticamente empieza a descomponerse entre noviembre y diciembre» de 2003. No deja de ser extraño que se dejara de investigar la finca precisamente tres meses antes de la masacre, pero -aun admitiéndolo- no se entiende por qué la UCIE no fue a tiro fijo a esa vivienda. El propio agente tuvo que reconocer ayer que fue el testimonio de Trashorras el que facilitó su localización exacta. ¿Acaso no sabía perfectamente la policía a qué casa se refería el asturiano? Y, por cierto, ¿por qué iba a facilitar Trashorras un dato que podía incriminarle? Por otra parte, los agentes no lograron aclarar las contradicciones que ayer señalábamos sobre la investigación de las tarjetas telefónicas. El primero de ellos insinuó que, apenas se recuperó la tarjeta de la mochila de Vallecas, se le pidió a Amena que conservara indefinidamente sus datos. Sin embargo, no dijo nada de las otras seis tarjetas cuyos datos caducaban en la tarde del 13, justo cuando la policía se enteraba de su existencia. ¿O acaso lo sabía de antemano?

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