ANGEL DIAZ
MADRID.-
Ni celtas, ni sajones, ni nada que se le parezca. Los estudios genéticos muestran que los irlandeses y los ingleses, unidos por un imperio y enfrentados en mil disputas a lo largo de la Historia, son mucho más parecidos de lo que los himnos de los clubes de fútbol y la estética de los grupos de rock nos habían contado hasta ahora: ambos tienen un origen común, y éste se halla en la península Ibérica.
De hecho, la mayoría de los genes que aún perduran en la actual población británica, cuyos rastros ha seguido el genetista de la Universidad de Oxford, Stephen Oppenheimer, provienen de los habitantes del actual País Vasco, que emigraron hacia el norte, cuando aún eran un pueblo de cazadores recolectores y hablaban una lengua que después dio origen al euskara.
El estudio de Oppenheimer, desarrollado en su libro The origin of the British: a genetic detective story (El origen de los británicos: una historia detectivesca genética, publicado en inglés por Carrol & Graf), obligaría a revisar siglos de mitos y leyendas, según los cuales los celtas habrían sido masacrados por los anglos, los sajones y otros invasores llegados del continente desde el inicio de la Edad Media.
El ADN de los ingleses, supuestos descendientes de los anglosajones, y los irlandeses, escoceses y galeses, presuntos herederos de los celtas, indica que ni éstos ni otros pueblos invasores, como los normandos o los vikingos, dejaron una huella significativa en la base genética del actual Reino Unido. Por el contrario, fueron los íberos, quienes accedieron a estos territorios cuando aún no se habían separado del continente y no formaban el archipiélago que ahora conocemos, los que llevaron la mayor parte de genes que aún perduran en los actuales ciudadanos británicos. «La evidencia genética muestra que el 75% de nuestros ancestros llegaron de la Península ibérica como cazadores recolectores hace entre 7.500 y 15.000 años, tras el derretimiento de los casquetes de hielo pero antes de que el terreno se separara del continente y se dividiera en islas», según explica Oppenheimer en Prospect Magazine.
Las invasiones posteriores a este periodo, con las islas Británicas ya separadas del continente, dejaron un gran legado en el ámbito cultural, pero no tanto en el biológico. Según los datos de Oppenheimer, que han sido fruto de dos años de estudios y fueron recogidos ayer por The New York Times, tan sólo el 12% de los genes irlandeses, el 20% de los galeses, el 30% de los escoceses y alrededor de un tercio de los ingleses pertenecen a estos pueblos, ninguno de los cuales afectó en más de un 5% a la actual población genética de las islas.
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