LIVERPOOL 0
BARCELONA 1
Reina
Finnan
Carragher
Agger
Arbeloa
Gerrard
Xabi Alonso
Sissoko
Riise
Bellamy
Kuyt
Cambios: Pennant por Bellamy (m. 67)
Fabio Aurelio por Riise (min. 77)
Crouch por Kuyt (min. 89)
s.c.
Valdés
Oleguer
Thuram
Puyol
Márquez
Xavi
Iniesta
Deco
Messi
Eto'o
Ronaldinho
Cambios: Giuly por Eto'o (min. 61)
Gudjohnsen por Thuram (min. 71)
Arbitro: Herbert Fandel (ALE)
Tarjetas amarillas: Arbeloa, Sissoko, Thuram, Pennant y Reina.
Goles: 0-1: Gudjohnsen (min. 75).
ANFIELD. 44.579 ESPECTADORES.
LIVERPOOL (INGLATERRA).- Rijkaard se dejó guiar por la alargada y escuálida sombra de Johan Cruyff. Creyó que el Barcelona podría salir con vida de Anfield rememorando un juego que en su día fue romántico y que llevó al Dream Team a la gloria europea. De nada sirve resucitar glorias pasadas. Los muertos deben descansar siempre en paz.
El Barcelona, nulo en ataque, desorientado en el eje y perdido en la retaguardia, empeñó la corona que tanto sudor le costó ganar hace apenas 10 meses. El Liverpool de un Rafa Benítez que merece una estatua como la de Bill Shankly en la puerta de Anfield, hizo valer el 1-2 de la ida y dejó al Barcelona tirado en octavos. Un duro final para un equipo al que de nada sirvió llevarse el triunfo con un gol en el último tramo del partido, obra de Gudjohnsen. El Barcelona estaba destinado a marcar una era en el fútbol mundial. La realidad es bien distinta, y con total probabilidad este equipo quedará prácticamente desbaratado en verano.
El Barça cayó eliminado traicionando un estilo, el 4-3-3, que le hizo en su día alcanzar el firmamento. Rijkaard, con el 3-4-3, creía que se aseguraría la inmunidad. Nadie podría acusarle entonces de darle la espalda a la mística barcelonista ni de dejarse llevar por el miedo en una noche que requería una remontada épica. Así que colocó a su triunvirato en la punta (Eto'o, Messi y Ronaldinho), con tres especialistas del toque en la medular (Deco, Iniesta y Xavi), Márquez cubriendo las espaldas como pivote, un líbero (Thuram), y dos marcadores, Oleguer y Puyol. Para el ex ayudante de Johan Cruyff, Carles Rexach, el 3-4-3 era la mejor opción para estrangular un cerrado 4-4-2 como el del Liverpool. Lo mismo opinaron en los últimos días la gran mayoría de integrantes de aquel mítico equipo que ganó la Copa de Europa en Wembley. Pero cada equipo merece su propia historia. Intentar mutar a este Barcelona en el de hace 14 años es toda una falta de respeto hacia los propios jugadores.
Un sistema nunca hace grandes a los futbolistas. Más bien, al revés. Las estadísticas al descanso provocaban pavor. El Barcelona más ofensivo de la temporada sólo había disparado una vez a puerta. En cambio, el Liverpool, ese equipo del que Rijkaard había venido diciendo durante los últimos días que jugarían solamente a defenderse, había chutado hasta 10 veces. Nadie se hubiera extrañado de que el Barcelona se marchase al descanso con un 0-3.
Las ocasiones reds se sucedían ante la impotencia de la terna defensiva barcelonista. Riise y Sissoko se dedicaban a probar su disparo al travesaño, mientras que Valdés se las apañaba para salvar junto a Puyol una triple ocasión de Bellamy, Kuyt y el propio Riise. Anfield rugía, y el Barcelona se iba haciendo cada vez más pequeño. El sueño del fútbol total se desvaneció demasiado rápido.
A Rafa Benítez no le hizo falta tocar una sola coma del equipo que se impuso en la ida. Jugaron los mismos y de la misma forma, con el clásico 4-4-2 que llevó al Liverpool al pentacampeonato continental. Si acaso, Benítez sólo hizo ligeros ajustes. Ordenó a su línea defensiva que se pegara a la chepa de los centrocampistas y que el juego se desarrollara en apenas 20 metros.
El atasco en esa zona era del todo monumental. En esa corta distancia, nacía y moría el Barcelona. Sissoko, imponente, ayudaba en todas las coberturas, mientras que Agger y Carragher, dando un paso hacia adelante, desbarataban toda opción para que Deco tocara balón en la mediapunta. El Barça fracasó en su juego ofensivo el día en el que más ocasiones debía crear. Eto'o, fuera de forma desde su lesión, estuvo desaparecido. Casi tanto como Ronaldinho, que pese a mandar un balón al palo volvió a ser el triste jugador que ha fallado en todas las grandes citas de esta temporada.
La última apuesta de Rijkaard para remontar la eliminatoria fue jugársela con cuatro delanteros y rescatando del banquillo a Giuly y Gudjohnsen. Un gran pase de Xavi traducido en gol por el delantero islandés a un cuarto de hora para el final puso por primera vez en toda la noche emoción al choque. Anfield gritó aún más fuerte y acabó arrebatándole el oxígeno a un Barcelona que ya no daría para más.