El Chelsea se presentaba ante su público como gran favorito para colarse en los cuartos de final de la Champions. No preocupaba la baja de su capitán, John Terry, aún convaleciente de la brutal patada que le dejó KO en la final de la Copa de la Liga inglesa. Y es que el empate cosechado en Portugal y los pésimos números del conjunto luso en territorio inglés (sólo un empate en las últimas nueve visitas) pronosticaban un partido sencillo para el conjunto del técnico de Setúbal.

Pero el gol llegó para el Oporto. Una jugada de tiralíneas dejó sólo arriba a Quaresma que definió de forma perfecta ante Cech a los 15 minutos de partido, para asombro de la grada. El Chelsea acusó el tanto en contra, y sólo con fortuna fue capaz de poner la igualada.

A los tres minutos de la reanudación, un regalo de Helton propició que Robben pusiera el empate en el marcador, para tranquilidad de los bleus, que por fin vieron la luz.

Y cuando la prórroga parecía el final anunciado, Michael Ballack se encargó de poner por delante al cuadro inglés, cuando restaban 11 minutos para el final. Mourinho, y con él todo Stamford Bridge, respiraron definitivamente.

Y en la otra eliminatoria de octavos, las apuestas saltaron por los aires. La Roma se impuso contra todo pronóstico al Lyón (0-2), colándose por primera vez en su historia en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Y de paso, mancillando el estadio Gerland, cuyos espectadores no veían perder a su equipo en Champions desde hacía 18 partidos.

Ya desde el comienzo, la Roma avisó de sus intenciones, cuando el árbitro español Mejuto González anuló un gol a Totti por una supuesta falta en el salto a los seis minutos.

Aunque eso sólo fue el preludio de lo que vendría después. A los 22 minutos, Totti, esta vez sí, remató desde el interior del área pequeña un balón con la testa y puso el 0-1.

Pero lo mejor estaba por llegar. Al filo del descanso, y cuando el Lyón pensaba ya en la arenga de Houllier, Mancini controló un balón en el área, y ante la atónita mirada de su marcador, comenzó un recital de bicicletas, hasta que decidió irse por el exterior y fusilar con la zurda a Coupet. Y la obra de arte le valió el pase al conjunto italiano.