CARLOS E. CARBAJOSA. Enviado especial
MUNICH.-
Ser o no ser en Europa. Ser o no ser de una apuesta que siempre sonó a regreso al pasado. El Real Madrid puede salir esta noche con una dosis magnífica de alivio momentáneo en tiempos de cólera. También puede marcharse de Alemania con un tajo que necesitaría de una cura tal vez imposible, a tres días de otro no trascedendente, desde luego, pero sí delicadísimo duelo (en casa del Barcelona). La de hoy, en el imponente Allianz Arena, es la primera de las enormes pruebas que tienen los chicos de Ramón Calderón y las ideas de Fabio Capello.
«El Bayern se va encontrar a un equipo con los pantalones subidos», afirmó el técnico cuando le comentaron una portada, la del Bild, que dio ayer este amarillista recibimiento al conjunto español: «El Madrid llega con los pantalones bajados». El Madrid ha jugado ocho veces en Múnich y lo más que ha sacado ha sido un empate. Este resultado le sirve hoy para vivir en una competición que sigue entendiendo como suya.
Capello es Capello, y es más que probable que cuando se le fichó se hizo para cosas como las que lleva planeando desde el momento en que acabó el partido de ida con 3-2 a su favor. El italiano le dio vueltas a la cabeza a la posibilidad de utilizar a Ramos por delante de los centrales (Cannavaro y Helguera). A los seguidores de la vida madridista, les será sencillo echar la vista hasta aquel martes y recordar las palabras de Capello al término de la ida: «No ha sido una cuestión de cansancio. Nos hemos echado atrás por una cuestión psicológica, por miedo».
Negación.
Consciente del peso que ha cobrado hoy aquella reflexión, la negó en una rueda de prensa en la que se mostró especialmente esquivo y sobrio: «Nunca dije miedo, dije que nos faltó seguridad». Claro que para que las cosas volvieran a su sitio, allí, a su lado, se encontraba Iván Helguera, que puntualizó: «Meternos atrás fue un error en el Bernabéu y lo sería aquí».
El hoy dorsal 21 fue así de contundente cuando le dijeron eso de la portada del Bild: «No vamos a jugar con los pantalones bajados, nunca lo hemos hecho». Si finalmente Ramos se cuela por delante de la defensa, Robinho podría ser el jugador sacrificado. El sevillano jugaría junto a Gago y a Diarra o a Emerson. Puede que, finalmente, Capello tire por la vía conocida, que más vale ésta que la mala por conocer. «No hemos venido a empatar. Sería una locura». Los planes defensivos del italiano pueden toparse con un serio obstáculo si no puede jugar Cannavaro, que se retiró del entreno lesionado con un pinchazo en el adductor será duda hasta el último momento.
Es de suponer que Capello sigue teniendo hambre de Champions. Ha tenido tiempo, desde luego, para hacer hueco en el estómago. Desde que su Milan arrollara al Barcelona en la final de Atenas de 1994, el italiano jamás ha podido con las grandes citas continentales. Era de una de las cuestiones que pudo haber contestado ayer, pero le hizo una señal a su responsable de prensa para que cortara por lo sano. Está más que tenso.
«Ante el Bayern es consciente de lo que se juega. No le gusta perder, y no le gustaría hacerlo en un momento en el que su imagen está tan menospreciada. Tiene 60 años y no se quiere marchar del fútbol como si ya se le hubiera acabado la gasolina», comenta uno de sus más cercanos.
En el Bayern, Ottmar Hitzfeld no se siente acabado, pero ya ha dejado claro que pase lo que pase esta temporada se marchará del Bayern. Su idea es la de salir con el mismo esquema que en el Bernabéu, pero con gasolina de más octanaje. «Lo que hicimos allí fue poco en la primera parte. Nos dejamos avasallar y no lo vamos a permitir ahora. Si jugamos como lo hicimos en la segunda parte, nos clasificamos», desafía el técnico.
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