Apenas en la entrada ya se enrosca un estribillo. Y volutas como de cine clásico y vicio forman galaxia mientras cierta familiaridad añeja gatea por la moqueta. La espontaneidad se encarga de lo demás: anudarse a la liturgia es pura inercia. Quizás porque la luz tiene algo de ámbar licuado y envenena. O porque la barra hace de transbordador no se sabe bien hacia qué espumas (alguien dijo que éste es el único sitio de Madrid donde cada noche es fin de año). O, sobre todo, porque quien viene descubre al instante que el piano es un espejo negro de vidas gastadas a otro ritmo. Aquí, en el Toni2, valsan las notas al compás mecedor de un sorbo de cubata y la madrugada es un reloj de arena puesto de canto. Bien que lo sabía José Luis Coll: se aposentó durante media vida en estos dominios y los bendijo como su trinchera predilecta. «Forma parte de la decoración de la casa», lo evoca con cariño otro ilustre, Millán Salcedo.
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Popular en su clandestinidad de cripta para melómanos aficionados, hallazgo casi arqueológico, brindis obligado para gentes del cine, la televisión y la política (Pilar Bardem, Arturo Pavón, Moncho Borrajo, Jaime Tamayo...), el piano-bar de la calle de Almirante, 9 no aparece en ninguna guía sobre la capital. Y debería. De su estirpe puede que sea el último. De su estirpe puede que sea el único. Coll deja huérfana su banqueta ahora que se cumple justo medio siglo de la desaparición de Humphrey Bogart. Aquellos fotogramas de Casablanca (Rick con el alma del revés y unos hielos que tiritan sobre el teclado de Sam) se desparraman por el local como confeti blanco y negro en permanente homenaje: de once de la noche a seis de la mañana, siete días por semana (a excepción de Nochebuena y de Jueves y Viernes Santo), doce meses al año. Una de esas postales inmarchitables se la guarda ya para siempre un cliente que jamás abandonó sus posiciones, impenitente santón de un singular after para todos los públicos.
Fue a mediados de los 60, un poco antes de que él mismo y Luis Sánchez Pollack naciesen como el dúo Tip y Coll en televisión, cuando el Toni original comenzó a saciar hambre y sed a deshoras (nació como recinto musical -The Beatles sonaron aquí primero- y hasta llegó a acoger a una vedette). En mayo de 1979, ya asentada la imagen de marca (un piano de cola que es, al mismo tiempo, pomposo jukebox y posavasos espiritual), venía al mundo su sucesor. César es el único de los seis hijos del fundador, Antonio Tejero, Toni, que permanece en el negocio. Tiene 38 años y empezó apenas con 13 («no salía en toda la noche del office; a los 15 ya me ponía mi chalequito...»). Con tantas lunas en fila india, César es un doctor ejerciendo de lo suyo: de dueño -11 familias viven del local-, de anfitrión, de amigo de urgencia... En definitiva, de chamán sin estridencias en un ritual que oficia en exclusiva. «He conocido muchos sitios donde el piano ameniza el ambiente, pero en ellos la clientela no participa en ningún momento. Con nosotros la gente se anima de forma natural». Y subraya, para despistados: «La diferencia entre el Toni2 y un karaoke es que aquí no hay partituras».
Un centenar de canciones -«intentamos que no se repitan»- airea en cada sesión el garito: boleros, tangos, temas extraídos de comedias musicales, himnos pop (de The Beatles a Joaquín Sabina, pasando por Alaska o Los Secretos), canción española, zarzuela e, incluso, ópera. «La música en televisión, con concursos como Operación Triunfo, está haciendo volver a sonidos que parecían olvidados», atestigua César.
Por turnos de una hora y media, tres pianistas se ocupan de darle vida al ambiente. Después de que Felipe Campuzano, Pablo Sebastián, Eloísa Martín y César García Miranda, entre otros, hayan dejado su huella son Jesús Serrano, Iván Yglesias Palomar y el veterano Román Iturburúa quienes ponen banda sonora al trajín de copas y de platos, que aquí se sirven platos calientes durante toda la noche. Uruguayo, 14 años flexionando dedos en el Yamaha de media cola de este atracadero del Madrid noctívago, mitad pub británico, mitad escenario de Luces de Bohemia, Iturburúa se vacía de recuerdos. «Yo ejercía de pianista-cantante en Puerto Banús, donde fueron a buscarme. Vine al Toni2 cuando abrió, y cada noche sigue siendo para mí un debut. Uno no sabe cómo va a presentarse la jornada. Igual encuentro gente animada que canta que no hay solistas espontáneos y tengo que provocar coros para que haya animación».
A su lado, Millán Salcedo, actor, humorista y asiduo del Toni2 desde hace 20 años («no había ni piano-bar», bromea). Enamorado de la música romántica y de Serrat, admite animarse «de vez en cuando» a agarrar el micrófono. El resto de su visita diaria la emplea, sencillamente, en charlar con unos y otros. «Tenía pensado escribir algo sobre el local, no sé qué... Los personajes que vienen aquí ya están escritos: lo difícil es buscarles el hilo conductor. Una vez conocí a un señor que se dedicaba a la música y que juraba y perjuraba que los Beatles vinieron a España y copiaron a Peret...». Luego, por un momento, deja atrás la carcajada: «Esto es un punto de encuentro para gente que está sola. Es bueno que existan sitios así, donde puedan surgir cosas. Sobre todo en un país como el nuestro, con tanta tendencia a la barra... La soledad, cómo es...». Y sin Coll, al Toni2 de pronto se le escapa un silencio.
Obituario en página 6
Más información en Cultura página 56
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Luchana 23: ecos de tango junto a la Glorieta de Bilbao. Teléfono: 91 488 96 94.
Old Fashion Viejo Estilo: música tranquila y ambiente distendido. 91 574 91 34. Pza. Doctor Laguna, 1.
Sotch Piano Bar: relax de la mano de una selección de temas al piano y de una copa de whisky de malta. 91 210 88 00. Paseo de la Castellana, 57. (Hotel Hesperia).
La Bahía Piano Bar: oasis en el Hotel Sofitel Madrid Campo de las Naciones. 91 721 00 70.
Piano Pub Mister Seller: A. Alcocer, 7. 91 350 64 79.
