ANA CONDA
QUÉ: Preestreno de 'Teresa, el cuerpo de Cristo', de Ray Loriga
CUANDO: Anoche, a las 21.00 horas, en el Cine Palafox
POR QUÉ: Paz Vega, embarazada y radiante, mostraba su trabajo como la Santa de Avila
Vale que una esté necesitada, que lleve en barbecho la vida, que vea un calabacín y se me pongan los ojillos en blanco y tenga espamos múltiples en el pubocofigio, pero lo de Paz, lo de Paz Vega es mucho. La sevillana se ha metido en la piel de la Santa de Avila en Teresa, el cuerpo de Cristo, el último filme del por siempre enfant terrible, inconoclasta y repeinadísimo Ray Loriga, una película en la que el éxtasis espiritual de la fundadora de las Carmelitas se convierte, en manos del novio de Eugenia Silva -ella, qué hará mientras él se instruye, ¿sopas de letras?-, en éxtasis sexual rollo Santa Emmanuelle. «Aquesta divina unión/del amor con quien yo vivo,/hace a Dios ser mi cautivo/y libre mi corazón;/ mas causa en mí tal pasión/ver a mi Dios prisionero,/que muero porque no muero», se lo suelta Paz en tetillas a un Cristo llagadito llagadito pero perdidísimo por los derroteros del deseo. A ver, es que la santa era tremenda y, en Avila, con esos fríos y con ese ambiente nocturno, si una no cae en el ascetismo es porque Dios no quiere. Menudas toñas se pegaba Concha Velasco con aquel cilicio en la serie primigenia... Y sin una leche hidratante. Paz, en cambio, si la lleva. Se baña con ella. Se ha apuntado al rollo piel nacarada de otras estrellas de Hollywood -que Paz también probó suerte en la tierra adoptiva de Pe- pero en maggiorata italiana, que a todas las hispanas les ha dado por lo mismo. Pesadas. Anoche, acudió al estreno embarazadísima, con un Hannibal Laguna en terciopelo y gasa negra y una cruz de diamantes. Mona, pero un poco madrina de boda. Y el cuello y la mirada altanera, que ella es muy flamenca. El moreno se lo ha quedado el esposo, Orson, que ahora tiene el pelo liso. ¿Se habrá hecho un ahuecador? Pues ya podía ir aprendiendo Eugeñita Martínez de Irujo que, al lado de Gonzalito Miró, que también es ito, parecía un llavero, amorosísimo y con unas plataformas que, con un revés, te descalabraban fijo. A mí no me hubiera importado que me hubiera dado un meneo. Tendría a Leonardo Sbaraglia en verde y a Maxim Huerta en azul para recogerme. Como dos burbujas Rondel. Y hablando de Rondel, Mónica Randall estuvo en el estreno. Y Carmen Calvo y Coronado, en moto y sin bífidus. Por cierto, a Paulina y a Colate ni los vimos. Iban de incógnito y feísimos, seguro.
Más información en Cultura pág. 58
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