Una serie de ataques insurgentes en Irak causaron ayer la muerte de 112 chiíes que se dirigían a la ciudad santa de Kerbala, según informó la policía iraquí. En el ataque más grave, al menos 90 peregrinos murieron cuando dos terroristas suicidas se inmolaron en una calle de Hilla (al sur de Bagdad), donde habían levantados sus tiendas. Entre los fallecidos hay mujeres y niños. Los peregrinos estaban reunidos en el interior de tiendas de campaña para comer y descansar, haciendo un alto en el camino a Kerbala.
«Vi a uno de los suicidas. Tenía unos 40 años. Se inmoló y vi partes de cadáveres volando», relataba un testigo que declinó dar su nombre.
Los insurgentes también atacaron a peregrinos chiíes en Bagdad y sus alrededores. Un coche bomba en el distrito de Doura, en el sur de la capital, dejó 12 muertos, según la policía.
Muchos fieles chiíes se dirigen a Kerbala para conmemorar el Arbain, el fin de un periodo de duelo de 40 días desde la Ashura, que conmemora la muerte del nieto del profeta Mahoma, Husein, en el año 680. Los suníes han atacado a los peregrinos de esta otra rama del islam en otras festividades, lo que las autoridades de EEUU e Irak creen que es una campaña para desatar una guerra civil.
Estas acciones terroristas probablemente incrementarán las tensiones sectarias entre la mayoría chií y la minoría suní, que ha amenazado con sumir al país en una guerra civil. La policía dijo que además, alrededor de 237 peregrinos resultaron heridos en estos ataques.
Los atentados terroristas se producen cuando se cumple un año desde el atentado de la mezquita de Samarra -un templo que se considera sagrado en la doctrina chií-. La operación contra esta mezquita fue atribuida a Al Qaeda, de confesión suní, y desató una ola de violencia sectaria que se prolonga hasta nuestros días.
Anoche, el secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, se declaró «profundamente indignado» por los atentados. «Son actos odiosos que parecen buscar divisiones étnicas» en Irak. Ban llamó a «todas los jefes religiosos y políticos a defender las vidas de los civiles».
Mientras, ayer, el Ejército estadounidense reconoció la muerte de nueve soldados en dos ataques con bomba en el norte de Bagdad. Se trata del día más sangriento para las fuerzas de EEUU desde que hace tres semanas lanzaran la operación de seguridad en la capital.
En el norte del país, la insurgencia iraquí perpetró un ataque de envergadura contra una prisión cercana a Mosul para tomar brevemente su control. Mientras duró la toma de la cárcel, los insurgentes liberaron a al menos 140 presos, según confirmó un responsable iraquí.
«Un importante grupo de insurgentes, armados con fusiles de asalto y de metralletas montadas sobre camionetas, atacó a las 17.00 [hora local] la prisión de Badouche», declaró Hicham al Hamdani, responsable de la seguridad del Consejo de la provincia de Nínive, donde se encuentra el centro penitenciario, según recoge la agencia France Presse. «Los guardias no opusieron más que una débil resistencia, en razón del número de agresores. Éstos penetraron en el centro y liberaron a entre 140 y 150 detenidos, entre ellos varios árabes», adjuntó, refiriéndose a combatientes procedentes de otros países árabes venidos a Irak.
Las tropas iraquíes anunciaron ayer la captura de un dirigente del denominado Estado Islámico de Irak, entidad controlada por la rama iraquí de Al Qaeda. Sin embargo, su identidad no fue facilitada.
