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| Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo (Ludwig van Beethoven) |
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| Impresiones |
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| Nos cuentan que... |
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el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, se presentó ayer en rueda de prensa con pasos algo tambaleantes y una pequeña cojera que no pasó inadvertida entre los periodistas y el personal de la Cámara. La cosa no era para menos, porque la noche anterior fue víctima de un singular atropello. Zaplana se dirigía a cenar a un restaurante cuando, al bajar del coche y acercarse al maletero para recoger su cartera, fue avistado por el conductor de un taxi que se acercaba por el mismo carril. Éste reconoció de inmediato al político y, presa de una cierta sorpresa, desvió la atención sobre su vehículo, que se le caló. El taxista encendió rápidamente el motor sin percatarse de que aún tenía una marcha puesta, por lo que el automóvil se desplazó hacia adelante y chocó con la parte trasera del coche del dirigente del PP, cuyas piernas quedaron, también, por un momento, emparedadas. Lo curioso del incidente es que, de los dos, el más asustado resultó ser el propio taxista, que se empeñó en acompañar a Zaplana a urgencias del hospital entre lágrimas y lamentos. «¡Pensar que toda mi familia es del PP!», repetía compungido. El caso es que el accidente quedó en poco más que un sobresalto. Los médicos sólo apreciaron una fisura en una pierna y una fuerte contusión en las dos, lo que no impidió al portavoz incorporarse al trabajo por la mañana.
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