Miércoles, 7 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6289.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / GIO STAJANO
La pecadora arrepentida
Tras una vida de escándalos, esta transexual italiana, nieta de uno de los jerarcas de Mussolini, se ha consagrado a Dios como monja laica
IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- ¿Hasta dónde puede llegar una persona con tal de ser famosa? Giò Stajano responde sin pestañear: hasta donde haga falta. Y la verdad es que en su caso esa fórmula ha funcionado a la perfección.

A golpe de escándalo y de provocación, esta italiana de 75 años lleva más de medio siglo cabalgando a lomos de la popularidad. Nieta de uno de los principales jerarcas de Mussolini (su abuelo era Achille Starace, secretario del Partido Nacional Fascista), durante los años 50 y 60 conmocionó a la Italia bienpensante al convertirse en el primer homosexual abiertamente declarado del país y gozar en su plenitud de los años dorados de la dolce vita.

En los 80 volvió a escandalizar, tras someterse a una operación de cambio de sexo en Casablanca y rebautizarse como Maria Giòcchina Stajano, condesa Briganti di Panico (uno de los títulos que ostenta su familia). También dio bastante que hablar al probar suerte como estrella del porno... Y ahora, cuando su popularidad languidecía y la vejez avanzaba, se ha reinventado a sí misma en un triple salto mortal: se ha hecho monja laica.

Giò admite sin sonrojarse que cuando no hace mucho decidió ingresar durante tres meses en un monasterio de las Hermanas de Betania del Sagrado Corazón, en el Piamonte, lo hizo con un objetivo claro: quería dar un golpe publicitario que relanzara su marchita carrera y que volviera a colocarla en las crónicas sociales. Sin embargo, una vez en el convento, oyó una voz, vio la consabida luz... Como resultado, y con su fogosidad acostumbrada, ha abrazado el catolicismo y se ha entregado a Cristo.

Hasta el punto de ser consagrada como monja laica, convirtiéndose en una especie de versión moderna de María Magdalena, la pecadora que se rehabilitó en nombre de Dios.

«Toda mi vida se ha visto marcada por mi irrefrenable deseo de exhibirme», reconocía hace poco en declaraciones a un semanario italiano. «Pero llevaba una época en la que había caído en el olvido. ¿Qué podía hacer para volver a estar en el candelero? Pensé en casarme por la Iglesia, pero eso ya lo había hecho otro transexual. Pero, piensa que te piensa, se me ocurrió una idea genial: contraería el matrimonio más excelso, uniéndome a Dios. Y así fue como ingresé en el convento de las Hermanas de Betania». Sin embargo, una vez en el monasterio Giò descubrió los efectos terapéuticos de la oración y una paz interior que jamás antes había experimentado. Así lo confiesa en Escándalos públicos y virtudes privadas. De la Dolce Vita al convento, la autobiografía que acaba de publicar en Italia.

Ahí cuenta cómo recuperó la fe de su infancia, si bien ese gozo se veía oscurecido por una sombra: el sentido de culpabilidad que le provocaba el saber que había ingresado en el convento sólo para volver a salir en las revistas. Hasta que no pudo soportarlo más y reventó.

«El día antes de mi consagración como monja laica fui a ver a la madre superiora y le confesé todo: incluido cómo, a sus espaldas, había convocado a un reportero y a un fotógrafo para que me publicaran la exclusiva de mi matrimonio con Cristo. Ni se inmutó: me dijo que quizá el Señor se estaba sirviendo de mí para llevar por el buen camino a los pecadores».

Tras la publicación del reportaje, se retiró del mundanal ruido, encerrándose en su casa de Salento con su gata Muscia, rezando frenéticamente y entregándose a una vida de profunda espiritualidad que se ve reflejada en los cuadros que pinta. «Siento amargura por el comportamiento escandaloso y disoluto que durante años he tenido. Ahora, finalmente en paz conmigo misma, sólo espero el encuentro con Dios».


LO DICHO Y HECHO

«Toda mi vida se ha visto marcada por mi irrefrenable deseo de exhibirme»

Diciembre de 1932: Nace en la localidad italiana de Sannicola. Su abuelo es Achille Starace, jerarca fascista. 1958: Comienza a colaborar en el semanario El Espejo. 1971: Es nombrado director de la revista Men. 1983: Se somete a una operación de cambio de sexo en Casablanca. 2007: Publica Escándalos públicos y virtudes privadas. De la Dolce Vita al convento, su autobiografía en la que narra su consagración como monja laica.

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