Espinàs explicó ayer que ha querido compartir con los lectores la experiencia de conocer y de tratar «como personas» a estos personajes de la literatura. Salvador Espriu, Josep Vicenç Foix, Miguel Delibes, Josep Pla, Camilo José Cela y Josep Maria de Segarra son los protagonistas de este retrato dibujado a partir de una mirada singular.

Confesó que aunque en algunos aspectos no tenía afinidades con todos, como con Camilo José Cela, además de haberlos tratado, los respeta.

Según el profesor de la Universidad de Girona, Xavier Pla, encargado de presentar el libro, Espinàs utiliza la anécdota y el autorretrato sin caer «ni en la autocomplacencia, ni en la añoranza o el remordimiento».Pla desmenuzó durante la presentación los distintos retratos sobre los que reflexiona el libro «lo aparentemente intrascendente».

A través de la descripción de la casa de Salvador Espriu nos muestra su austeridad, su aislamiento y su vestimenta oscura.Foix queda retratado como un hombre embriagado con su propia voz, austero, estricto, que racionaba los bombones que se comían en su casa. A Delibes lo pinta con aire hindú, con sus piernas largas y subraya de él su arraigo a la tierra castellana. La fotografia de Josep Pla se sale de lo convencional y lo deja como un autor barroco, maleducado, descortés, que contradecía los valores que defendía en su obra, pero con un toque de seductor y hablador. De Camilo José Cela, con quien compartió un viaje por el Pirineo leridano, se desprende según Espinàs, una mezcla de «chulo madrileño y gallego irónico», que no sabe escuchar «aislado en la invención del lenguaje». Por último, de Josep Maria de Segarra defiende la «categoría literaria y humana» a pesar de las muchas críticas que ha recibido.

Xavier Pla ha calificado al libro como una obra «redonda y amena», por su parte el autor barcelonés ha advertido que no se pone límites y que piensa continuar. La presentación de su novela número 80 coincidió con su 80 cumpleaños, tímido, confesó que se ha sentido muy a gusto escribiendo este volúmen con el que aspira hacer vivir a estos personajes como él los había conocido, sin dictar sentencias.