MARCOS IRIARTE
BILBAO.-
Que el Partido Popular vuelva a lucir en su solapa el simbólico lazo azul y que haya desplegado uno de enormes dimensiones en la fachada de su sede de la calle Génova en Madrid no ha sido muy bien recibido por los impulsores de esta iniciativa.
Gesto por la Paz, una de las plataformas que promovió en 1993 el uso de esta insignia, acusó ayer a los 'populares' de utilizarlo ahora «para protagonizar campañas con fines muy distintos para el que fue creado» -mostrar un rechazo unitario contra ETA-, y exigió «respeto» a lo que simboliza.
Gesto por la Paz, que ayer protagonizó varias concentraciones en el País Vasco en repulsa por la muerte de Ambrosio Fernández, fallecido tras inhalar humo de un ataque de 'kale borroka', recordó que, desde el primer momento, el lazo azul ha sido un símbolo que se ofreció a la ciudadanía para mostrar su rechazo a la banda terrorista y, en particular, a los secuestros. «Se ofreció para que, de forma unitaria, lo portaran todos los demócratas frente a quienes vulneraban continuamente los derechos del resto de ciudadanos: esto es un símbolo contra ETA».
Según insistió la plataforma, el lazo azul fue una iniciativa suya y de otros grupos pacifistas vascos, como Bakea Orain, que nació en 1993 cuando ETA secuestró al empresario Julio Iglesias Zamora. Pretendía simbolizar la letra A, ya que 'askatu' significa liberar. Su uso no se quedó en el rapto de Iglesias Zamora, el lazo azul volvió a las solapas de los vascos cuando ETA acometió nuevos secuestros, como el de los empresarios José María Aldaia y Cosme Delclaux o el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara.
Gesto por la Paz consideró ayer «incomprensible» que el PP utilice ahora este símbolo para mostrar su repulsa a la prisión atenuada decretada por el Gobierno socialista para el etarra De Juana Chaos, y reclamó un «mínimo de sensatez, calma y cordura» a quienes, en «lugar de dirigir su lucha contra los responsables de la existencia de dicho problema, ETA, lo hacen contra sus adversarios políticos».
La plataforma advirtió de que «la utilización de la política antiterrorista como arma arrojadiza ha tenido consecuencias nefastas para el conjunto de la sociedad».
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