Jueves, 8 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6290.
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 MADRID
Día de la Mujer
Al final, Raquel tenía razón
UGT premia a la cajera a la que el TC reconoció su derecho a la jornada reducida
AMAYA GARCIA

Raquel García va a celebrar hoy el Día de la Mujer Trabajadora con otro espíritu. El que da tener la Ley de cara. Algo tarde, pero de cara. Raquel es cajera en el Alcampo de Vallecas. Curranta de a pie que hace unos días recibió la noticia de su triunfo. Bueno, el suyo y el de las compañeras de la sección sindical de UGT Alcampo-Vallecas que han tirado del carro sin dar tregua al desánimo. El Tribunal Constitucional (TC) ha arropado el derecho de Raquel a solicitar una reducción de jornada por maternidad, algo que su empresa y un juzgado de lo Social le habían negado.

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Para ella, la razón llega tarde. «Mi hija va a cumplir 7 años y ya no puedo disfrutar de ello», explicaba el martes poco antes de recoger el premio 8 de marzo, el que UGT ha decidido darle para reconocer su constancia «en la lucha por defender sus derechos». «Sé que crea un precedente jurídico importante para mujeres que estén en mi situación, pero hasta que no vea las ventajas en un caso práctico, pues...». Escuchan sus palabras sus compañeras de batalla: Mª José, Almudena, Montserrat, Carmen y Teresa. «Cita también a Margarita y a Vanesa que, aunque no han podido venir, han estado ahí», pide una de las presentes.

«Llevamos mucho tiempo en la pelea de la conciliación. Y esto es un poco la punta del iceberg», afirma Almudena. Raquel trabaja en Alcampo desde 1987 y cuando su segunda hija cumplió tres años quiso tirar de la Ley de Conciliación. No se esperaba que ese intento de compaginar su vida profesional y personal le iba a ocasionar tantos quebraderos de cabeza. «Pedí a la empresa reducir mi jornada de 90 a 60 horas mensuales, 15 a la semana, y concentrarlas en tres días». Tenía un contrato a tiempo parcial y vivía en Getafe. «Casi me salía más caro trabajar...». Aun así, ella lo tenía claro. «He trabajado toda mi vida. Lo de quedarme en casa no va conmigo».

Negativa de la empresa

Decidió llevar a la empresa ante los tribunales. Primer asalto. Raquel 0-Empresa 1. Pero ella no dio el partido por perdido. «Desde la empresa siempre argumentan razones organizativas para denegar estas cosas», comenta Mª José. «Pero en realidad piensan que abren una puerta... En este sector trabajamos un porcentaje altísimo de mujeres», apunta Carmen, «además, hay jueces que viven en el siglo XIX». Con el apoyo de las compañeras, Raquel dio el paso. Al Tribunal Constitucional. «Muchas compañeras, llegados a este punto, abandonan la causa y, a veces, también tienen que dejar de trabajar», dice María José, «la teoría no siempre se aplica como se debe».

Pero el planteamiento de Raquel era otro: «No perdía nada, el no ya lo tenía». La negativa de la empresa la obligó a apuntar a las niñas al comedor y, sobre todo, a buscar el apoyo de su marido. «Perdió horas por su lado, que era autónomo». Por narices, tuvo que plantearse la vida de otra manera. «Lo único que no podemos cambiar es que nosotras parimos».

A este grupo de luchadoras, la militancia les ocupa más horas que la jornada laboral. «No teníamos todas con nosotras cuando fuimos al Constitucional, pero sabíamos que hacíamos lo correcto», recuerda Almudena. Cuando llegó la buena noticia, se olvidaron de las horas dedicadas, el cansancio, la incertidumbre, la impotencia... «La Ley de Conciliación está bien, pero tiene lagunas, hay cosas que no concreta que las empresas utilizan en contra de las trabajadoras», afirma Almudena. Pese al logro que supone, no lo han celebrado, todavía, a lo grande.

Recoge el Constitucional en su escrito que la denegación de la reducción de jornada se convirtió en un «obstáculo injustificado» para la permanencia en el empleo de la trabajadora «y para la compatibilidad de su vida profesional con su vida familiar y, en tal sentido, constituye una discriminación indirecta por razón de sexo, de acuerdo con nuestra doctrina».

El martes, cuando acudió a la sede de UGT a recoger su premio, lo hizo sola. «Mi marido se ha quedado con las niñas». Tímida y algo abrumada por el eco de su sentencia, temía un poco el momento de recoger el galardón. «Daré las gracias a todos y punto». Donde colocaría el premio sí lo tenía claro. «Encima de mi chimenea nueva».

Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la mayoría de estas mujeres estará dando el callo en las cajas del Alcampo de Vallecas. Sin bajar la guardia, que aún queda mucho camino por recorrer.

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