Jueves, 8 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6290.
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Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula (John Kenneth Galbraith)
 MADRID
Viva la vida / Copas
Terrazas al calor del invierno.
M2 se acerca a algunos de los locales expuestos al último frío de la capital en los que se puede disfrutar de una buena comida al aire libre, gracias a los sistemas de calefacción exteriores. Se trata de una serie de propuestas para todos los gustos y para casi todos los bolsillos
BEATRIZ PULIDO

Quien edificó aquella famosa frase «de Madrid al cielo» seguro que no limitaba su sensación al verano. Es más, es en invierno, cuando el cielo de la capital sin la capota grisácea adquiere un extraordinario brillo metálico. El negocio de la restauración hace tiempo que lleva incorporando ese fulgor resplandeciente a sus negocios y así los visten: sacando sus terrazas a pie de calle, subiéndolas a los tejados, o dejando que asomen en cualquier entreplanta. Allí vertidas las dejan todo el año para que el madrileño disfrute sus ganas de aire libre con cazadora y bufanda.

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Si en verano es la Castellana la que despunta en esto de las terrazas, en invierno los locales de este tipo se reparten por toda la geografía de la ciudad. Por ejemplo, una joya escondida del mundanal ruido, allí donde Barea decía que empezaba «el mundo de las cosas y de los seres absurdos», se guarnece el Gaudeamus Café. Desde el ático de la antigua iglesia de las Escuelas Pías, el barrio de Lavapiés tiende sus intimidades y la corrala muestra sus costuras al que se aventure a otear aquel extraordinario barrio desde el último piso del edificio.

Es un local de universitarios, que no tiene pretensión de albergar, de momento, el trapicheo y la cháchara de las copas. Desde esa buhardilla acristalada se sirven cafés, tés y comidas frías. En el exterior, como una lengua de hormigón de 250 metros, la terraza alberga mesas y lámparas de calor para aclimatar el cielo de Lavapiés.

Desde aquel barrio mestizo, la cultura se cambia de acera. La plaza de Santa Ana no ha tenido más remedio que arquear las cejas: como un vendaval le ha entrado por un costado ese estilo fashion que siempre viene de la mano de la modernidad. El Penthouse, diseñado por los hermanos Gerber, se yergue sobre el hotel ME Reina Victoria y sus carpas blancas abrazan un ático en el que se consume oxígeno y glamour a sorbos. Ambientes donde reina el omnipresente chill out y los cojines de colores, que sonrojan el tejado del antiguo hotel de los toreros. Por 11 euros se pueden saborear sus famosos cócteles y hasta la 01.00 horas circula la selección de tapas ideada por Jaime Renedo.

Si uno prefiere la intimidad, hay un privado diseñado para albergar a unas 35 personas, con su propia barra interior y terraza cubierta en invierno. Las setas de calor instaladas en todo el ático ofrecen al comensal una temperatura muy agradable y la sensación de encontrarse muy lejos del traqueteo y el ruido de la ciudad. Desde arriba se aprecia el bullicio de una plaza que también aprovecha para sacar sus terrazas a la calle. Un ambiente diferente, más castizo, más espontáneo quizá, que se respira en la propia plaza, una atmósfera de la que se nutren locales como la pastelería La Suiza, que aprovecha el magnetismo de la luna llena para atraer al transeúnte. Aparte de sus famosos dulces y tartas, como la de Santiago o la de San Marcos, o la leche merengada, ofrece buenas tapas y un ambiente agradable.

Serpenteando por la espalda de la concurrida Puerta del Sol, se llega a las calles de Cádiz y la de Barcelona. Los fines de semana, cuando el ambiente es seco, las callejuelas (o, más bien, callejones, porque se agotan en un suspiro) se repliegan creando sus propios espacios e inundando la calle de fritura y guiso casero. Los edificios de ambas aceras, a escasos metros, y el buen vino sirven de refugio para el frío. Las terrazas se llenan de guiris hambrientos de tapas y una buena sangría. Es lo que ocurre con el local En busca del tiempo, situado en el número 4 de la calle de Barcelona. Los jueves por la noche, del primer piso descienden algunos compases flamencos o de salsa, conciertos que se celebran en este local, especialista en tablas de ahumados e ibéricos.

No demasiado lejos de allí espera otra de las terrazas de moda: el ático del Hotel De Las Letras H&R. En la séptima planta del inmueble, situado en plena Gran Vía, se abre al cielo un innovador espacio adornado con cuero blanco, barras pequeñas de metacrilato y detalles de iluminación tenue que le dan un aspecto romántico. Ofrece una carta de tapas donde despuntan los ibéricos (jamón de Guijuelo y cecina de León) y las conservas de las mejores marcas, como las anchoas caja roja, las típicas navajas al natural o el bonito reserva. En bebidas, el local ofrece una amplia carta de cócteles y licores. Desde allá arriba se dominan algunas de las más originales fachadas de la Gran Vía y algunos rincones privados que impresionarán a más de uno.

Introduciéndose en pleno barrio de Chueca, justo en un costado del mercado de Fuencarral, en invierno la terraza El Lateral se repliega cerca de la puerta y coloca las famosas setas de calor para caldear el ambiente. Aunque tiene dos dobles, una en la calle de Velázquez y otra en el Paseo de la Castellana, indudablemente, el bullicio y la idiosincrasia de la zona le sienta bien a sus colores y a su diseño. Son especialistas en tapas y en las famosas tostas, como la de foie con cebolla caramelizada o la exquisita de ciervo. Poseen, además, una decoración cuidada con colores que se atenúan por la noche a la luz de unas buenas velas.

TERRAZAS DE INVIERNO

Atico del Hotel de las Letras H&R: Gran Vía, 11. De jueves a sábados. Gaudeamus Café: Tribulete, 14. De Lunes a viernes, de 15.00 a 22.00 horas. Pastelería La Suiza: Plaza de Santa Ana, 2. Todos los días de 7.30 a 24.00 horas. Penthouse: Plaza de Santa Ana. En busca del tiempo: Barcelona, 4. Lateral:Fuencarral, 43. De 11.00 a 02.00 horas.

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