RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
El 45% de los electores franceses tiene dudas sobre el destino final de su papeleta. Un porcentaje de incertidumbre desconocido en Francia desde 1981 y relacionado, probablemente, con el relevo generacional del censo, con la novedad de los aspirantes en liza y con la confusión ideológica que parece definir el juego de los candidatos.
Ningún ejemplo es tan paradigmático como el de François Bayrou, líder del partido centrista (UDF) y cabeza de un proyecto político donde el jefe aspira a reunir indistintamente a los socialistas y a los conservadores.
La candidatura del tercer hombre no se había tomado en serio hasta hace un par de meses. Ahora, en cambio, inquieta a los cuarteles de Nicolas Sarkozy (UMP) y Ségolène Royal (Partido Socialista, PS) porque el crédito electoral de las últimas encuestas a su favor (20% de intención de voto) se explica en un contexto de continuo crecimiento y expansión.
¿Hasta cuándo y hasta dónde crecerá Bayrou? El optimismo del líder neogaullista no puede disociarse de la volubilidad del electorado francés. Un sondeo publicado ayer en Le Parisien demuestra que la indecisión de los electores a estas alturas del juego es el doble que en 2002 (entonces representaba el 22%) y superior en tres puntos al porcentaje de incertidumbre que anticipó las presidenciales de 1995 (42%).
'Tentación electoral'
Los expertos y los politólogos sostienen que nos encontramos en la llamada fase de tentación electoral. La primera vuelta (22 de abril) todavía queda bastante lejos en el horizonte temporal y psicológico de los franceses, así que los sondeos de intención de voto manejados podrían encajar una significativa transformación en las próximas semanas. Habríamos entrado en la fase de decisión, o sea, el momento en que los votantes tienen mucho más clara la apuesta de su caballo ganador. Será entonces, también, cuando los sondeos comenzarán a valorarse en serio y cuando los candidatos tendrán que hacer el mayor esfuerzo de seducción.
La tarea concierne en particular a Sarkozy y Royal como grandes favoritos a la victoria. Ninguno de los dos se había presentado hasta ahora al Elíseo. Más aún: es la primera vez en la Historia que las elecciones presidenciales podrían resolverse a favor de una candidata mujer. La novedad se añade a otra no menos significativa en el memorial de la política francesa: la ausencia de Chirac en las quinielas. Es verdad que el jefe del Estado todavía no ha comunicado oficialmente sus intenciones, pero resulta bastante inverosímil que el veteranísimo político francés vaya a competir por quinta vez al trono supremo.
Sí va a hacerlo, en cambio, Jean-Marie Le Pen, cuyo retroceso en el escalafón de favoritos -Bayrou le ha adelantado- forma parte de las dudas que se le plantean a los votantes antisistema. Fueron muchos (25%) en los comicios de 2002 y no hay razones para imaginar que vayan a reciclarse en las candidaturas convencionales de Sarkozy y Royal.
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