R. A.
El semanario satírico 'Le Canard Echainé' se ha convertido en la referencia recurrente de los grandes y pequeños escándalos que sacuden la campaña electoral francesa. El último, publicado ayer, relaciona a Ségolène Royal y su pareja, François Hollande, con una trampa fiscal que consiste en minimizar el valor del patrimonio inmobiliario. La jugada es una manera de regatear el pago del impuesto solidario que tributan las grandes fortunas, aunque los aludidos desmienten haber incurrido en semejante anomalía.
Las excusas de Ségolène Royal contradicen las impresiones de 'Le Canard', cuya edición de ayer demuestra que 'madame' Royal y su compañero cuantificaron en 270.000 euros una vivienda de la Costa Azul que valdría casi tres veces más.
La denuncia se produce una semana después de haberse publicado en 'Le Canard' otra operación dudosa de Sarkozy. Según el semanario, el líder del partido gubernamental se habría beneficiado de un descuento anómalo de 300.000 euros cuando adquirió una casa en Neully-sur-Seine a las afueras de París. La operación se remonta a 1997, pero se ha aireado 10 años después por razones de oportunismo.
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