F. R. / A. A.
MADRID.-
El estereotipo occidental de la mujer musulmana está asociado al velo como símbolo de exclusión. La ministra yemení de Derechos Humanos, Amat Al Alim Alsoswa, matizaba la semana pasada esa imagen de mujer árabe aislada de la vida social y política: «En algunos de nuestros países ha habido mujeres en los gobiernos desde los años 50, y desde los 90 han salido a la calle a manifestarse», recordó Alsoswa, subsecretaria de Naciones Unidas, durante la presentación en Madrid de un informe sobre el estatus femenino en el mundo árabe.
«Que lleven velo no les impide participar en la sociedad en la que viven», señaló Alsoswa, «lo hacen a través de la iniciativa empresarial, incluso como directoras de industrias o de bancos». Otra mujer compartía atril en el mismo acto. La profesora de la Universidad de Barcelona Dolors Bramon, recordó el «avance gigantesco» que supuso el Corán respecto al papel de la mujer en la sociedad preislámica.
Alma y derecho a la vida
Gracias a este libro sagrado, «la mujer tuvo alma y derecho a la vida, y se impusieron restricciones sobre la poligamia y el repudio», comentó Bramon, autora de un libro sobre islam y mujer, achacando la situación actual a que «en las sociedades árabes han prevalecido las normas elaboradas por los hombres [recogidas en la 'sharia' o ley islámica]», sobre las pautas establecidas por el Corán».
En los últimos años, insistió Alsoswa, ha habido «avances en el camino del desarrollo, señal de que nos estamos moviendo, aunque quizá lentamente». La 'mudawana', el nuevo código de familia marroquí, que ha elevado la protección de la mujer en algunos aspectos, es uno de ellos. Pero existen otras tendencias más sutiles e igualmente positivas. «Si bien hasta mediados de los 60 muchas mujeres árabes tenían vetado el acceso a la escuela, las estadísticas muestran ahora que el 90% de las niñas van al colegio».
A pesar de ello, en su informe se reflejan aún graves desequilibrios. La mitad de las mujeres árabes son analfabetas y continúan estando peor pagadas que los hombres, de cuyo permiso dependen para viajar, por ejemplo. Su participación en la economía global, es aún la más baja del mundo. Sólo el 33,3% de tiene un papel activo en ese campo frente al 55,6% de media global. Y en cuanto a la política, los parlamentos árabes apenas llegan al 10% de representación femenina.
|