Jueves, 8 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6290.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / PATRICIA TABRAM
El pastel de la 'abuela María'
Un juez la condena, a los 68 años, por cultivar marihuana, pese a que ella sostiene que su único fin es combatir los dolores
FERNANDO MAS. Enviado especial

BELFAST.- Patricia Tabram mataba los dolores del alma y el cuerpo con un poco de cannabis. En 1975 murió su hijo y ella quedó sumida en una profunda depresión. Luego llegaron los accidentes de coche. Dos. Dolores crónicos en la espalda y en el cuello. La tristeza y las punzadas no dejaban vivir a Patricia, que hoy cuenta 68 años.

Un día alguien le llegó con la historia de que el cannabis podía ser mejor remedio para sus males que todas las pildoritas que le daban en la Seguridad Social. Ella probó. «Camino con bastón, tengo dolores permanentes. Ahora, comiendo cannabis cinco veces al día, cinco días a la semana, me siento muy bien», declaró en 2005 cuando la pillaron in fraganti.

La policía descubrió que Patricia tenía en su casa una auténtica plantación de marihuana y unas reservas en frascos de conserva que guardaba en la cocina. Entonces el juez decidió no enviarla a prisión para no convertirla en una mártir. Ella, en pleno juicio, espetó a los presentes: «No tengo miedo de ir a la cárcel. Saldré y volveré a comprar».

La policía la conminó en varias ocasiones a que lo dejara. Cada vez que llamaban a la puerta, la abuela María convidaba a los agentes a una taza de té y algo de comer.

Lo cierto es que, harta de que no la dejaran tranquila con sus hojas, sus remedios caseros y la amenazaran continuamente con severas sanciones, Patricia Tabram empezó una protesta que la llevó a las mismísimas puertas de Downing Street.

El 9 de febrero de 2005 se plantó en la residencia del primer ministro con un bizcocho cocinado con cannabis con el que pretendía demostrarle a Tony Blair las bondades de la planta. Nada nociva, a su entender: «No es diferente a la salvia, el tomillo o el romero. Es una hierba. ¡Llamémosla hierba!» Patricia Tabram no se fuma sus cosechas. Ella echa el resultado de su plantación -tras triturar hojas y cogollos- en sus platos. O bien en una tarta, o bien en la sopa o, en ocasiones especiales, esos currys magníficos que cuentan que prepara.

El cannabis le ha devuelto la vida que perdió cuando murió su hijo, le ha quitado los dolores y le ha dado fuerzas para encararse a la Justicia. Ayer, cuando fue condenada por unanimidad por un jurado de seis hombres y una mujer, dijo: «Soy mayor, estoy cansada y disgustada. No por el resultado del juicio, sino por la actitud que la Corte ha tenido con alguien de mi edad y mis problemas de salud. Sólo quiero irme a casa y descansar».

La juez Barbara Forrester le comunicó a Patricia en qué consiste la pena: 175 horas de trabajos comunitarios por cultivar cuatro plantas de cannabis -en su día llegó a tener 30- que la policía encontró dentro de un armario y otras 75 horas más por almacenar la hierba en los armarios de la cocina. ¡Dónde los iba a dejar si para ella no es más que orégano y albahaca!

La abuela lo tiene claro. Le digan lo que le digan seguirá «medicándose». Y advierte a las autoridades competentes. «La policía puede venir a mi casa todas las semanas. Les diré que pasen, les daré una taza de té y unas galletas buenísimas, que, por supuesto, tendrán un poco de cannabis, y ya pueden acusarme una y otra vez». Quizá sea tarde, pero Patricia Tabram estaba dispuesta a escribir un libro donde contar su experiencia cultivando y consumiendo cannabis: Grandma eats cannabis (La abuela come cannabis).


LO DICHO Y HECHO

«Camino con bastón, tengo dolores continuos. Comiendo cannabis me siento muy bien»

1932: Nace en Humshaugh, cerca de Hexham. 1975: Muere su hijo, lo que supone un fuerte golpe para ella. Años 80/90: Sufre dos accidentes de coche que le dejan secuelas físicas. 2004: Empieza a cultivar plantas de marihuana en su casa. 2005: La policía la acusa de consumo. 2007: Es condenada a trabajos a la comunidad por un jurado que la considera culpable de un delito de tenencia y consumo de marihuana.

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