Paradojas del cine ibérico: en cosa de una semana, dos mujeres de carácter volcánico y de ideas más claras que el agua del arroyo ignoto se plantan en las pantallas como sendos iconos de rumorología nacional. Santa Teresa de Avila y Lola Flores no tendrán mucho que ver, pero queda claro, visto lo visto, que comparten algo además de su proverbial capacidad de lucha: su potencial carga de simbología en eso del imaginario colectivo. Su estela da, y de sobra, para que directores y productores de cine se agazapen tras su luz dispuestos a sacar chispas de cada leyenda.
Lo mismo da si la leyenda tiene los pies cubiertos de oro o de barro. La sulfúrica Lola resucitada ayer en el Festival de Málaga por el realizador Miguel Hermoso es buena prueba de todo ello. Si los arrobos de la monja de Avila revitalizada por Ray Loriga consisten en la levitación como camino de santidad, los de la Faraona de Jerez tienden al torbellino como profesión de fe. En el segundo caso, queda claro que el arrobo no es precisamente místico.
Podía haber elegido Miguel Hermoso multitud de caminos para retratar el trozo de patrimonio nacional denominado Lola Flores, «pero elegí éste», tal y como explicó ayer el director en Málaga. Y «éste» no quiere decir otra cosa, según el director, que es «el camino que una mujer de aquella época tenía que seguir para ser famosa, y el precio que tenía que pagar por ello en una sociedad para la que el respeto a la mujer significaba estar en casa, casada y con hijos».
También hay un precio que han tenido que pagar Miguel Hermoso y su guionista Antonio Onetti: desplegar la aparentemente furibunda vertiente sentimental-sexual de la bailaora y cantaora, una sucesión vertiginosa de amores y desamores, con gritos, borracheras, ataques de cuernos y hasta puñetazos. Una opción tan lícita como cualquier otra, desde luego, llevada a la pantalla con una mezcla violenta de pulso, conmoción y veracidad, en la que juegan de igual modo el oficio de Miguel Hermoso (que ya dirigió a Lola en la película Truhanes) y la soberbia interpretación de la cantante Gala Évora en su primer papel en el cine.
Problema: cuando las hijas de Lola Flores, Lolita y Rosario, leyeron el guión, decidieron que su compromiso de colaboración con los autores de Lola, la película se iba a hacer gárgaras. «Había un acuerdo de colaboración firmado por las hijas de Lola Flores, que, por supuesto, tuvieron acceso al guión. A partir de ahí, se produjo un distanciamiento progresivo por su parte», explicó ayer Teddy Villalba, productor de la película, cuyo presupuesto total asciende a seis millones de euros.
Una de dos: o Lolita y Rosario se arrepintieron del compromiso contraído o el compromiso contraído no fue respetado del todo por los autores de la película. No caben muchas más posibilidades. El caso es que, cuando Miguel Hermoso y los productores las invitaron a un pase privado, se levantaron en mitad de la proyección y se marcharon. «No pudieron aguantar más y se fueron muy respetuosamente», según Teddy Villalba. Miguel Hermoso dijo entender el rechazo de Lolita y Rosario Flores, «porque la película tiene momentos tempestuosos... pero, como ya les expliqué, Lola Flores no es sólo de ellas, sino que es ya de todos nosotros».
Lola, la película arranca con la niñez jerezana del mito en ciernes en los años 30 y se cierra con el parto de su primera hija, Lolita, en 1958. Pero, entre esos balbuceos de bulería y soleá por las calles de Jerez y las «gracias» que Lola le da al Pescaílla en el hospital por la hija que le ha dado, todo transcurre con un ligero sabor a salsa rosa. Que si el amor y los cuernos con el gran cantaor Manolo Caracol -muy mal parado en la película-, que si el amor y los cuernos con el anticuario Arenzana -Carlos Hipólito en su tradicional y extraordinaria composición de víctima de lo dura que es la vida-, que si el amor y los cuernos con el guitarrista Heredia, que si el amor y los cuernos con el matador Rafael Torres, que si los devaneos amatorios con el defensa del Barça Gustavo Biosca (según un relato de Vizcaíno Casas, cuando el futbolista se despidió de la Faraona, ésta se colocó un luto en el pubis), que si esta escapada a un hotel, que si aquel adulterio cazado en las páginas de la prensa del corazón, que si Lola abortando en la clandestinidad, que si...
Suficiente para que las lobas y los lobos de la telebasura de hoy queden como niños de teta.