TOMAS MARCO
Ciclo de la Orquesta de RTVE
Obras de Medina, Kabalevki y Lutoslawski./ Intérpretes: Mario Brunello, violonchello, y la Orquesta Sinfónica de RTVE./ Director: Alvaro Albiach./ Escenario: Teatro Monumental./ Fecha: 8 de marzo.
Calificación: ***
MADRID.- Apostar por las nuevas generaciones tiene sus riesgos, pero es la única manera de asegurar el futuro y seguir creando patrimonio cultural. La Orquesta Sinfónica de RTVE lo ha hecho doblemente presentando en este programa a un nuevo director y un nuevo compositor. El director es Alvaro Albiach, uno de los nombres más firmes de la nueva hornada de batutas españolas. Demostró sus conocimientos, su seguridad técnica y su musicalidad y salió muy airoso de la aventura.
Se estrenaba una obra ambiciosa de un novísimo compositor, la Sinfonía n.1, Edelweiss de Juan Medina (Huesca, 1971) encargada para la orquesta por la Fundación Autor y AEOS. Se trata de una obra sobre las montañas que ya alude en su título a la flor alpina. No es tanto una obra descriptiva como evocativa que sigue la pauta de grandes obras sobre esa temática como las de Guridi, D'Indy o Strauss, incluso con un claro guiño, no cita, a la Sinfonía alpina de éste en la imitación del viento.
Obra cíclica sobre un único tema principal que une a su carácter narrativo una cierta retórica de la forma circular. Se coloca plenamente en una posición postmoderna con sus mixturas de estilos, la moderación del lenguaje y la capacidad para sintetizar opuestos. Trabajo sólido de alguien que ya despunta plenamente en su generación, servido por Albiach con precisión, entrega y conocimiento y una excelente respuesta de los profesores de la orquesta también con destacadas individualidades como el corno inglés.
Venía luego el Concierto para violonchelo n.2 de Dmtri Kabalevski, una obra típica de la era soviética y la estética del realismo socialista que se sabe muy bien qué es en literatura o plástica pero nadie sabe cómo se concreta en música. Música envejecida y no muy atractiva que fue brillantemente servida en lo técnico por el solista italiano Mario Brunello, eficazmente acompañado por Albiach. Gran éxito del solista que ofreció una propina.
La obra final era el maravilloso Concierto para orquesta escrito en 1954 por Witold Lutoslawski. Era su primera etapa, aún en el círculo bartokiano, y todavía no se había convertido en uno de los máximos creadores de finales del siglo XX, pero ¡qué magnífica música! Excelente de construcción, llena de ideas, refinadamente orquestada y plena de atractivo.
Alvaro Albiach la llevó conociéndola a fondo, manteniendo el pulso, confiriéndole al Nocturno su misterio alado, construyendo unitariamente ese complejo pero gran final. La obra ofrece además motivo de lucimiento individual y colectivo a los miembros de la orquesta y los de RTVE aprovecharon para mostrar su valía técnica y musical.
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