Sábado, 10 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6292.
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Clásico depresivo
BARÇA Y MADRID ANSIAN DISFRAZAR LA CRISIS CON UN BUEN RESULTADO HOY EN EL CAMP NOU CAPELLO SERA DESTITUIDO EN CASO DE UNA DERROTA RIJKAARD RECUPERA EL 4-3-3 TRAS EL FIASCO EUROPEO
FRANCISCO CABEZAS / JESUS ALCAIDE

BARCELONA / MADRID.- «Menos mal que ahora nos toca el Real Madrid. Es lo mejor que nos podía pasar». La directiva del Barcelona se frotaba las manos pocas horas después de que el Barcelona firmara su defunción continental en Anfield. Un preocupante déjà vú que rememora las etapas más fúnebres del barcelonismo. Ya hacía muchos años que el club azulgrana no esperaba con tanta ansiedad la visita del Real Madrid con el único fin de disfrazar una temporada inquietante. Una victoria azulgrana le serviría al club para vender optimismo de cartón-piedra con la posibilidad de lograr el doblete nacional (Liga y Copa del Rey). Por supuesto, dicha conquista sería un final digno para un vestuario que insiste en acelerar su proceso de descomposición y que le ha perdido el miedo a airear públicamente sus vergüenzas.

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En el Barcelona se han malacostumbrado a lavar la ropa sucia ante los micrófonos de los periodistas. Edmilson recomendó en su día no salir de juerga por las noches; Eto'o puso de vuelta y media a la institución y cargó con dureza contra la «mala persona» Rijkaard y contra Ronaldinho, al que acusó de no entrenarse todo lo que debería; y Gudjohnsen, que pese a no tener ni medio galón en la plantilla, se ha atrevido a decir en voz alta lo que ya se sabía: que en el Barça se echan de menos conceptos tan básicos en el fútbol como el compañerismo y el sacrificio. Aún hay más. Motta, según Rijkaard, «no está tranquilo consigo mismo» después de quedar fuera de las últimas convocatorias, por lo que le ha dado vacaciones. Y Rafa Márquez, en una entrevista con este diario, reconoció que les ha faltado motivación en los encuentros clave de esta temporada. Dos de los capitanes, Puyol y Xavi, se han quedado sin agua ni manguera para apagar tanto incendio, mientras que el tercer cabecilla del vestuario, Ronaldinho, sigue a lo suyo. Es decir, riendo sin parar subido a su pedestal, entrenando el último día antes del partido y esperando a que actuaciones puntuales le permitan seguir disfrutando de bula. Él está por encima de todo.

En cualquier caso, el club blanco llega mucho más cerca de la muerte cerebral que su eterno rival. Sí, el Barça fue eliminado de la Liga de Campeones y sufre problemas internos propios de una crisis por exceso de éxito. Sin embargo, el equipo de Capello no sólo tiene menos de lo que presumir sino que su misma estructura aparece mucho más cuarteada que la del enemigo azul y grana. Ya sólo por la fría estadística sería bueno que hasta el madridista más acérrimo reconociera que, al margen de estar eliminados de la Champions, como el Barça, también están fuera de la Copa, y llegan al Camp Nou cinco puntos por debajo. Y por delante se mantienen el Sevilla y el Valencia. Para presumir de músculo no parece la mejor presentación, ni mucho menos. Y es que ni siquiera el fracaso del Barcelona en Liverpool ha aliviado las miserias de un equipo que llega al Camp Nou entre alfileres. Aparecen numerosas bajas, como las de Beckham, Roberto Carlos, Cannavaro y Reyes, pero más graves pueden ser las ausencias psicológicas.

En el interior de la plantilla madridista ha sentado como un tiro por la espalda el plan ideado por la junta del club y desvelado por EL MUNDO que refleja la opción de dar hasta 17 bajas, obrar sin miramientos y vender a la opinión pública la enésima revolución para ocultar los graves errores de gestión cometidos en los últimos meses. No se libra nadie, ni los veteranos de la casa, ni los viejos de Capello, ni los jóvenes ni el utillero. Para colmo, el sector más tradicional de la plantilla, los hombres con peso específico como Raúl, Guti, Casillas, Helguera o Salgado, han acabado por descreer del proyecto de un Capello al que consideran como un estorbo con conceptos antediluvianos.

No parece el Camp Nou el mejor escenario posible para enderezar el rumbo. Una sola victoria liguera en los últimos 23 años invita al desánimo. Eso sí, en las cinco últimas campañas, el Madrid sólo perdió una vez. Pero jamás llegó tan débil el Real a la guarida del enemigo. Capello, antes del que puede ser su último partido, recuperará a Guti como titular y duda entre Robinho y Cassano. No se presentará el infame trivote como en Múnich y aparentemente habrá una actitud ligeramente más descarada y valiente. Pese a esta caída del caballo, Capello ya lo sabe. Si pierde de forma humillante será destituido. Si puntúa o el equipo no da el cante y no es humillado, seguirá hasta el siguiente disgusto. Ayer confirmó que no había ensayado cómo evitar un gol en los primeros 10 segundos. Allá él.

Frank Rijkaard tampoco anda muy suelto con la tiza y la pizarra. Rafa Benítez consiguió dejarlo en evidencia en el doble cruce de octavos de la Liga de Campeones y el recurso cruyffista del 3-4-3 se demostró totalmente ineficaz y temerario. Parece difícil que el holandés vuelva a utilizar ese sistema visto los graves desajustes defensivos que provoca. De todos modos, sorprendió que ayer volviera a dejar a Gio fuera de la convocatoria, teniendo en cuenta que Zambrotta -al igual que Giuly- se pierde el clásico por sanción. Sylvinho tiene números para ocupar el carril zurdo de una defensa de cuatro, con Oleguer en la orilla contraria, y Thuram formando pareja en el eje con Puyol. La gran duda en el centro del campo es la presencia de Iniesta. El albaceteño suele ser el cordero más fácil de degollar cuando Xavi y Deco están a punto, por lo que su titularidad queda en entredicho. Pocas dudas alberga el ataque, en el que volverá una trinidad que ha perdido su perfil místico. Incluso Rijkaard mantiene que Eto'o está listo. En Anfield no lo pareció.

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