Los paneles solares, los molinos de viento o el maíz como biocarburante pueden ser el gran negocio europeo de la «tercera revolución tecnológica». La canciller alemana Angela Merkel animó a la industria a aprovechar la ventaja de «los primeros» e ir más allá de los líderes de la UE, que lograron ayer pactar un objetivo obligatorio para que la media de energías renovables en los Veintisiete llegue al 20% de la energía comunitaria en 2020, pero con las excepciones que decida cada país.
Ante las críticas de algunas patronales europeas, que aseguran que las renovables tienen costes impredecibles, Alemania, presidente de turno de la UE durante este semestre, rebatió en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno con su propia experiencia como gran exportador de tecnología para la energía eólica y solar. El año pasado, vendió material por 6.000 millones de euros, en particular para la instalación de parques eólicos (hasta en Cuba), y espera llegar a los 15.000 antes de que termine esta década. Según el Ministerio alemán de Medio Ambiente, el sector ya da trabajo a más de 200.000 personas.
Con el nuevo plan europeo para reducir las emisiones de efecto invernadero después de 2012, llegarán más leyes comunitarias y más procedimientos de infracción y denuncias para quien no las cumpla, pero también más fondos públicos. La Comisión, según explicó su presidente, José Manuel Durao Barroso, estudia cómo modificar sus reglas para que los incentivos a las empresas que inviertan en renovables no sean consideradas ayudas ilegales de Estado.
Cesiones
Dada la resistencia, sobre todo, de Francia, cuya electricidad proviene principalmente de la energía nuclear, que no emite gases, y los países del Este, con una producción muy tradicional y dependiente del carbón, Alemania cedió para que la discusión sobre los objetivos concretos se retrase y esté en manos de los Gobiernos nacionales. «De la meta general de renovables, se deben derivar objetivos nacionales diferenciados con la plena participación de los Estados miembros», dice la declaración aprobada en el primer Consejo Europeo dedicado a la lucha contra el cambio climático con el compromiso de reducir al menos un 20% las emisiones respecto al nivel de 1990. Cada país decidirá, por su cuenta, metas nacionales para cada sector de renovables, donde también se incluyen los bio-combustibles.
La declaración menciona también la energía nuclear para compensar al presidente francés, Jacques Chirac, que defendió en la reunión la eficacia de sus centrales, que están permitiendo a su país cumplir con los objetivos de Kioto para 2010 (que al menos siete países, entre ellos España, no respetarán). «Cada Estado miembro debe decidir si quiere o no confiar en la energía nuclear», dice el texto, que también ofrece fondos de investigación para mejorar la seguridad y la gestión de residuos y anima a la creación de un grupo atómico.
Chirac incluso pedía un apartado más general de energías que no produzcan emisiones, pero Merkel insistió en que «es muy importante que las renovables sean renovables y nada más». Según el presidente francés, «las renovables no son más que una parte de la respuesta y no serán suficientes para alcanzar los objetivos climáticos como indican todos los estudios, empezando por los de la Comisión Europea».
Barroso ha querido evitar cuidadosamente la polémica sobre la energía nuclear, ya que algunos países como Austria e Italia se oponen con pasión y otros, como Alemania, están en pleno proceso de abandono, según el plan pactado por la gran coalición de Merkel. Como otras alternativas, insiste en el ahorro energético con el objetivo del 20% y una nueva legislación sobre la electricidad.
La larga negociación empezará ahora, aunque nadie quiere aventurar cifras. España utiliza un 7% de energías renovables, en particular la eólica, pero el presidente José Luis Rodríguez Zapatero dijo que podía dar detalles de hasta dónde estará dispuesto en el compromiso con la UE.