35.000 en Córdoba, 15.000 en Sevilla, 25.000 en Valencia y en Salamanca; en Granada, 20.000; 10.000 en Alicante y en Murcia... Las cifras recogidas por la Policía y por las organizaciones territoriales del partido convocante daban cuenta ayer de un balance provisional, el del preludio de la gran marcha organizada hoy en Madrid en contra de Zapatero.

La recuperación del espíritu de Ermua -el levantamiento popular y nacional en contra de ETA que tuvo lugar 10 años atrás- será, de hecho, y tal como se expresó en el manifiesto leído en todas las concentraciones celebradas ayer, mensaje explícito de una macromanifestación en contra de la prisión atenuada del etarra José Ignacio de Juana Chaos, a la que anoche ya habían confirmado la asistencia de 760 autobuses con ciudadanos procedentes de toda España y para la que las Nuevas Generaciones del partido han confeccionado 250.000 lazos azules.

Así, los lectores del manifiesto popular clamaban ayer en las principales ciudades españolas por una «política antiterrorista diferente, moral, digna y eficaz, que recupere el espíritu de Ermua y la unión de los demócratas y rechace la negociación con los terroristas y el pago de precio político alguno».

Pero el eslogan «en positivo» con que el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha intentado convocar a «los españoles de bien» y a los votantes de todos los partidos a lo largo de los últimos días, no ha escondido en absoluto la dureza de una protesta que no se dirige sólo contra ETA, sino contra el Gobierno, y muy especialmente, contra su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.

Rajoy, protagonista

El líder popular, que acaparará el protagonismo de la jornada con la lectura de un único discurso -«simple, directo, emotivo», según las fuentes consultadas-, asume en persona lo que en realidad se ha planteado como una suerte de moción de censura contra Zapatero, en plena calle y a sólo dos meses de las elecciones municipales y autonómicas.

«Convoco a todos los españoles de bien que han perdido la confianza en su presidente», dijo Rajoy en Onda Cero después de asegurar que la principal «cesión» y el mayor «error» de Zapatero ha sido «la ruptura del Pacto Antiterrorista».

Mucho más explícito resultó el manifiesto leído ayer en las ciudades españolas: «La debilidad de Zapatero ha reforzado a ETA, en lugar de conminarle a su definitivo desarme (...) Reprobamos el indigno comportamiento del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y exigimos que De Juana vuelva a prisión de manera inmediata para cumplir íntegramente la pena impuesta por el Tribunal Supremo. La decisión sobre De Juana no es, además, una decisión aislada. Se inscribe en la política del Gobierno de negociar con el terrorismo. Es un gesto más».

Nadie en el PP admite lecturas políticas que relacionen esta movilización con la que tuvo lugar en Madrid el 25 de marzo de 2003 en contra de la Guerra de Irak, que más allá del apoyo explícito del PSOE, también respondió a una reacción popular frente a una más que polémica decisión del presidente del Gobierno, José María Aznar. Lo que sí se reconoce en las cocinas del PP es que la cercanía electoral de mayo confiere a la marcha una probable valoración electoral como la que en su día se hizo sobre la victoria del PSOE -en apenas 70.000 votos- en las municipales de 2003.

Tampoco se admite en el seno de la dirección del PP relación alguna entre esta gran marcha contra Zapatero y su coincidencia con el tercer aniversario del 11-M, pese a las lecturas que puedan hacerse en clave de venganza política. Eso sí, la palabra «engaño», que fue la que presidió las protestas dirigidas contra el Gobierno del PP con ocasión de los atentados, vuelve a reeditarse en esta ocasión, no sólo en boca de Rajoy, quien anteayer invitaba a participar a todos los españoles «engañados por Zapatero», sino en los eslóganes que ayer empezaron a conocerse y en el discurso oficioso de su formación, donde lo que se critica no son sólo las «cesiones» del presidente del Gobierno a ETA, sino que dé excusas para taparlas.

En la dirección del PP se cree que el clamor popular contra la decisión de Zapatero de atenuar la prisión del etarra en huelga de hambre es una reacción natural y sentimental por su falta de severidad hacia ETA.

Pero se dice, además, que la factura política que ya ha empezado a pagar guarda más relación con el hecho de no haber tenido la «valentía» de explicar su decisión como un paso para la reconducción del proceso, en lugar de empeñarse en argumentar razones de salud que el recluso desmintió con la entrada, por su propio pie, en el hospital de San Sebastián.

Según esta explicación, el «engaño» de Zapatero será cada vez más difícil de mantener a medida que se acerquen los otros envites planteados por los convocantes de la manifestación: la posible vuelta de Batasuna a los ayuntamientos y los también posibles pactos del PSOE con los nacionalistas en Navarra. Rajoy, quien será el portador del lema en la cabecera de la manifestación -España, por la libertad. No más cesiones a ETA- abordará en su discurso estos dos aspectos de la protesta: el político y el emotivo.

La presencia y la cercanía de las víctimas -que por primera vez le seguirán a él en lugar de ser las que piloten la manifestación- le confiere una comodidad escénica innegable. Pero no habrá, en este sentido, ninguna sobreactuación.

El líder del PP pidió a los suyos una «sobriedad» que les ha llevado a colocarle junto a un grupo de acompañantes más emblemáticos que famosos, como son los concejales del PP en el País Vasco amenazados por ETA. José Ortega Lara, la familia de Miguel Angel Blanco y otros tantos símbolos vivientes de la victoria moral sobre ETA le seguirán a distancia, entre el público, y tras el resto de presidentes autonómicos y dirigentes del PP, entre los que no se espera ninguna ausencia.

En cuanto a los nombres propios, desde el partido ayer sólo se citaba como confirmada la presencia de los ex presidentes del Gobierno José María Aznar y Leopoldo Calvo Sotelo.

Desbordados por la organización, los populares apenas acertaban ayer a ordenar la información disponible y se concentraban en organizar los servicios de orden, en conexión con la Policía. Dados los cálculos que les llegaban ayer sobre las dimensiones de la marcha, las fuentes consultadas aseguraban estar más preocupadas por el buen funcionamiento que por la posibilidad de altercados.

Confiados en que los asistentes se avengan a las instrucciones de los servicios de orden en contra de símbolos preconstitucionales o soflamas insultantes, los organizadores añadían que, en todo caso, ésta no será una manifestación silenciosa y que habrá mucho cauce para verter el «enfado» de la sociedad con el jefe del Ejecutivo.

El Partido Popular, por otra parte, convocó también ayer a los residentes españoles a concentrarse esta tarde ante las embajadas españolas de Londres, Zúrich, Miami y Buenos Aires, según informa Europa Press. Se hará lo mismo en Bruselas el próximo miércoles para rechazar la decisión gubernamental de atenuar la pena al etarra José Ignacio de Juana Chaos.

Horario. Comienza a las 17.00 horas bajo el lema 'España por la libertad. No más concesiones a ETA'. Discurrirá desde la plaza de la Independencia por la calle de Alcalá, plaza de Cibeles y paseo de Recoletos hasta la plaza de Colón

Una pancarta con un lazo azul de tela de barco de 30 x15 metros precederá la manifestación. Será portada por varios miembros de Nuevas Generaciones.

Otra con el lema impreso abrirá la manifestación. Tras ella marcharán el presidente del PP, Mariano Rajoy, y concejales 'populares' del País Vasco.

Se repartirán 250.000 lazos azules; 20.000 pegatinas con el lema de la manifestación y 10.000 pasquines.

El PP ha fletado al menos 760 autobuses que llegarán a Madrid desde todas las CCAA.