J. G. T.
Llegar al trabajo a tiempo gracias al Metro se ha convertido en una lotería. Todo es cuestión de la línea que se tome. Si la apuesta en cuestión es por la 6, la Circular, hay que pensar en una excusa para el jefe, ya que hay muchas posibilidades de llegar tarde. Desde el Gobierno regional no señalan a nadie pero apuntan a la existencia de una mano negra que se ha encargado de sabotear los trenes. Por su parte, la oposición y los sindicatos han puesto el grito en el cielo, al entender que se criminaliza a los trabajadores. Ellos echan el balón en el tejado de la Consejería de Transportes a la que acusan de preocuparse más por la ampliación del suburbano que de su mantenimiento. Lo único cierto, es que los sufridos viajeros padecen desde diciembre continuas incidencias en el suburbano.
Tan convencido está el Ejecutivo autonómico de la teoría del sabotaje que incluso lo han puesto en conocimiento de las autoridades. Desde el pasado 13 de febrero hasta el pasado jueves, la Consejería de transportes ha puesto 22 denuncias. Los principales motivos han sido el corte del cable del radioteléfono, el corte del cable del hombre muerto (sistema que evita que el convoy funcione cuando el conductor no está consciente), la rotura de los tiradores de alarma y el bloqueo, generalmente con silicona, del sistema de cierre de las puertas. Desde la Delegación del Gobierno se ha abierto una investigación.
El pasado martes remitió al gerente de Metro, Ramón Aguirre, una misiva en la que se le informaba de que se había tomado declaración a varias personas y que cuando hubiese resultados se lo comunicaría. Hay que recordar que cuando los fallos en el Metro no dejaban de saltar a los medios de comunicación, la consejera de Transportes, Elvira Rodríguez, dio una rueda de prensa en la que apuntaba, entre otras causas de los retrasos, a la mala colocación de los viajeros en los andenes y dentro de los convoyes. Esto provocaba que se demorasen los tiempos de salida de los trenes, ya que tardaban en entrar. Además, al acumularse los viajeros en vagones muy concretos, presionaban las puertas y hasta que esto no se subsanase, el tren no podía arrancar.
El último accidente ocurrió el pasado jueves cuando el motor de un convoy de la línea 5 se cayó después de que se rompiese la sujeción. Doce personas resultaron heridas en la estación de Carabanchel. Un informe elaborado por la Consejería desveló que «en enero hubo cinco daños intencionados». En la revisión que se hizo, se comprobó que uno de los trenes «tenía cortados los cables del radioteléfono». Como consecuencia de ello, Metro incrementó el servicio de vigilancia en las cocheras. Todas estas incidencias causaron demoras interminables en el suburbano. Especialmente llamativos han sido los retrasos en la línea 6 que es la que concentra el mayor número de viajeros en horas punta.
Sin ir más lejos, el pasado día 20 de febrero hubo un corte de suministro eléctrico durante más de media hora entre las estaciones de Moncloa y Puerta del Angel. La situación que se ha creado ha sido tal, que incluso asociaciones de vecinos de cuatro distritos de la capital anunciaron que recogerían firmas, en cuatro paradas de Metro de las líneas 3, 5, 6 y 7. El objetivo que persiguen, «exigir al Gobierno regional la adopción urgente de las medidas necesarias para garantizar el restablecimiento del servicio normalizado en el Metro», tal y como anunciaron cuando hicieron pública esta medida.
MUCHAS SOSPECHAS
Un informe interno de la Consejería de Transportes del Gobierno de Madrid reveló que varios trenes sufrieron cortes de los cables del radioteléfono en el mes de enero.
El Gobierno regional ha interpuesto desde el pasado 13 de febrero 22 denuncias por posibles sabotajes en la red del suburbano que recorre la ciudad.
La Delegación del Gobierno remitió el pasado martes una carta al gerente de Metro, Ramón Aguirre, en la que le comunicaba que habían interrogado ya a varias personas y que cuando tuviese algún resultado se lo comunicaría.
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