Tener una casa en la avenida de Portugal es como tenerla en el paseo de Rosales... no tienes ningún piso enfrente. Sólo verde». El comentario es de uno de los responsables del Ayuntamiento de Madrid pero el mismo razonamiento han debido de hacer algunos de los propietarios que han cambiado las vistas de su vivienda de una autopista a un parque florido en primavera tras el soterramiento de la carretera de Extremadura.
De hecho, un piso de tres habitaciones que antes de la reforma de la M-30 podría costar unos 300.000 euros, más o menos, ayer colgaba un cartel de «Se vende» no por menos de 426.000 euros. Negociables.
Desde este balcón, aún se respira polvo y las máquinas hacen ruido, menos que lo que han venido sufriendo estos vecinos desde hace meses. Pero por la noche, cuando apagan el motor, se intuye el privilegio que ha supuesto para estos vecinos el túnel de la avenida de Portugal: al fondo, sólo se ve la Casa de Campo. «Alcalde, no dormimos pero del silencio que hay», decía ayer un vecino de la zona al regidor de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón.
Y eso que la visita, ayer, del alcalde era sólo de obras (todavía no se ha terminado el proyecto). Quería ver cómo van los trabajos de urbanización de la superficie del subterráneo y los de la Huerta de la Partida, éstos ya en la Casa de Campo. Al final del paseo, una conclusión: «Ya se puede adivinar lo que va a ser». Y otra más de concepto: «Hemos convertido el río en un puente con la Casa de Campo. Ésa era la filosofía del proyecto Madrid Río, el encuentro de la ciudad con la Casa de Campo», insistía ayer el alcalde.
En el caso de la avenida de Portugal, el suelo ya muestra los esquemas de los dibujos florales que se han rellenado con cuatro millones de adoquines (al estilo portugués, rememorando el final del viaje de esta carretera). También están plantados ya los 700 cerezos que adornarán el bulevar. Sus ramas no intuyen el milagro que puede hacer la primavera con ellos: «Se han puesto cuatro tipos de cerezos diferentes para que la floración dure un mes». En esta ocasión, el color y el olor de estos árboles pretenden rememorar el valle del Jerte, otra de las paradas de la carretera de Extremadura.
Bancos para sentarse, aceras anchas y accesibles e incluso ascensores que permitirán bajar hasta el aparcamiento de residentes, ubicado entre el subterráneo y el paseo.
El túnel de la avenida de Portugal está ya en funcionamiento pero sólo en sentido salida de la ciudad. Sin embargo, ayer, el alcalde, antes de recorrer el nuevo bulevar de 1,5 kilómetros, visitó parte de los carriles de entrada que están prácticamente terminados. De hecho, Ruiz-Gallardón y la comitiva entró en el bulevar a través de una de las salidas de emergencia de esta parte del subterráneo.
En total, enterrar el paso de 100.000 vehículos diarios por esta vía para que aflore un bulevar que mejorará la calidad de vida directamente a los 50.000 vecinos que viven en la zona ha supuesto una inversión de 14,5 millones de euros. Además, el soterramiento de esta zona ha permitido la apertura de una entrada directa, peatonal y por un carril-bici a la Casa de Campo y la conexión con la cuesta de San Vicente, el Campo del Moro o los Jardines de Sabatini.
Lleno de frutales
Pero la entrada a este bosque urbano por este lado de la ciudad estaba, según los responsables del proyecto de recuperación, degradada por el paso de los coches y el estado en el que se encontraba la Huerta de la Partida (dentro ya de la Casa de Campo). Según las denuncias de grupos ecologistas, esta zona acogía un tradicional jardín medicinal que terminó sus días cuando comenzaron los trabajos de soterramiento de la M-30.
Sin embargo, Fernando Porras, miembro del equipo ganador del concurso de ideas, explicó ayer que en 2004, antes de que entrara en la zona una excavadora o un obrero, la situación de esta huerta era un erial.
Ayer, el aspecto de este terreno con unas vistas increíbles al Palacio Real no era mejor. La arena apisonada no permitía ni siquiera imaginar cómo va a quedar el anunciado vergel, aunque algunos árboles descansaban en la tierra a la espera de ser replantados. Según el propio Porras, en poco tiempo, estos 38.000 metros cuadrados acogerán 873 árboles frutales.
La creación, más que recuperación, de esta huerta al más puro estilo mediterráneo, que fue creada como tal en el siglo XVI, le va a costar al Ayuntamiento de Madrid casi tres millones de euros.