Poco antes, ambos líderes habían visitado una planta de producción de biodiésel donde Bush se deshizo en elogios hacia el nuevo combustible. "El etanol y el biodiésel van a ayudar a mejorar el medio ambiente en nuestros países (...) Una política de empleo de etanol y combustibles alternativos genera más empleo en el campo, distribución de riqueza y oportunidades para los agricultores, especialmente los más pequeños», señaló el estadounidense. A su lado, Lula señaló la firma del acuerdo entre ambos países para la promoción del uso y la fabricación de etanol como «una nueva era para la industria automovilística, para los combustibles renovables y para la humanidad». En la práctica, el acuerdo firmado se limita a señalar la buena voluntad de ambos países para cooperar en la industria de combustibles alternativos, sin señalar métodos ni fechas concretas para ello.

Así mismo, pretende establecer organismos conjuntos para el intercambio de tecnología y la creación de estándares internacionales para los biocombustibles, remitiéndose al Foro Internacional de Biocombustibles, presentado el viernes de la semana pasada en la sede de Naciones Unidas y en el que participan también la Unión Europea y Japón. Por último, Estados Unidos y Brasil acuerdan «llevar los beneficios de los biocombustibles a terceros países», apuntando a Centroamérica y el Caribe.

La entrevista entre ambos líderes no sirvió para desbloquear las negociaciones de la Ronda de Doha dentro de la Organización Mundial del Comercio.