CAROL ALVAREZ
En un Govern que apuesta por la cohesión y por eludir polémicas a toda costa, Joan Saura (Barcelona, 1950) se ha convertido en la brecha del tripartito contra la que cargar. Y lo hizo desde la asunción del cargo, que supuso la sustitución de la bien valorada Tura.
En un Departament que tiene competencias en tráfico, en Relacions Institucionals, y en Seguridad Pública, la peor pesadilla de Saura no son los delincuentes, que también le llevan de cabeza con tanto asalto a viviendas, sino sus propios subordinados: los Mossos. Con el despliegue por completar, el déficit de efectivos exige soluciones inmediatas, y la próxima promoción no va a paliar las carencias de seguridad que se suplen ahora con profesionalidad por los agentes desplegados y horas y horas extras. Sustituir a los Mossos que custodian los centros penitenciarios e incentivar el acceso al cuerpo policial de inmigrantes son las primeras medidas planteadas que han levantado suspicacias. Saura tiene más quebraderos de cabeza.
Se permitió salirse de la foto de la cohesión que vende el tripartito con una propuesta de legalización de las drogas que luego tuvo que matizar, o no actuando ante una fiesta 'rave' por la falta de una pretendida ley sobre la materia o la controvertida actuación policial que permitió a los artistas desalojados de la Makabra okupar tras una manifestación la fábrica de Can Ricart sin que los Mossos actuaran. En su haber, queda el impulso a la Llei de la Memoria Histórica.
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