«Lo único cierto a día de hoy es que Jônatas tiene un billete de vuelta a Barcelona para el 12 de marzo [mañana].A partir de ahí, no sabemos nada más». Dani Ballart, consejero del Espanyol y director de la oficina de atención al futbolista, sabe tan poco del paradero del brasileño como cualquier aficionado.Y que eso ocurra con la persona de confianza de Jônatas en Barcelona resulta, cuanto menos, asombroso. Se confirma que la huída del jugador a Brasil el lunes pasado fue un acto tramado con nocturnidad y alevosía.
Ballart, la persona que fue a recibir al futbolista al aeropuerto cuando el Espanyol lo fichó, quien le ha servido de apoyo y referencia en sus primeros meses fuera de su país, se toma la fuga con resignación.«Conociéndole, no me sorprende nada que esté desaparecido. Cuando ha ido a Brasil siempre ha desconectado el teléfono. Como ahora.Lleva varios días ilocalizable. Sólo he podido hablar con su representante».
En efecto, sólo sabemos que el jugador del Espanyol sigue vivo gracias a su agente, Eduardo Uram, quien justificó que el viaje a Brasil de Jônatas se ha debido a una grave enfermedad de su padre. «Lo último que me ha dicho es que Jônatas necesita unos días más», confirma el consejero con humor. En cuanto aterrice en Barcelona, el club escuchará atentamente sus explicaciones antes de sancionarle «ejemplarmente», como se ha afanado en concretar Daniel Sánchez Llibre.
Es un secreto a voces que Jônatas no se ha adaptado a su nueva vida en Europa, en un país que no es el suyo y en un fútbol distinto al brasileño, donde alcanzó la gloria capitaneando al Flamengo.«No hay que olvidar que Jônatas tenía un gran cartel cuando lo fichamos», recuerda Ballart cuando se le cuestiona sobre lo acertado de la contratación.
Jônatas sufre el clásico síndrome de los futbolistas sudamericanos, a quienes les cuesta un año adaptarse deportiva y futbolísticamente.Pero su caso es más flagrante si cabe. Su carácter, extremadamente introvertido y taciturno, no ha ayudado en nada a su aclimatación a un equipo, no hay que olvidarlo, al que llegó como fichaje estrella (el club pagó 2,8 millones al Flamengo) y donde debía erigirse en el referente del nuevo proyecto deportivo. Su saudade, término portugués que define la añoranza que atrapa a los emigrantes lusos y que también afecta a los brasileños, es en su caso crónica.
Reincidente
Ya en verano, cuando fichó por el Espanyol, Jônatas se tomó una semana extra de vacaciones en Brasil con la coartada de arreglar unos papeles. «Es el jugador que más atención ha necesitado. Añora mucho a su familia y su tierra. Su cambio de vida ha sido enorme», le defiende Ballart. «Con Lacruz, Moha o Velasco no he tenido ningún problema, son plenamente autosuficientes», argumenta el que desde septiembre es el enlace de los futbolistas con el club.
Jônatas vivió su mejor época cuando regresó a Barcelona después del final feliz del secuestro de su padre, en Navidad. «Salió muy reforzado de ello. Cuando volvió estaba feliz, mostraba un carácter muy diferente, más risueño y hablador». Es en este sentido que Ballart aclara que el club siempre se ha deshecho en atenciones a su fichaje estrella: «Hasta el presidente fue a la una de la madrugada a su casa cuando se conoció lo del secuestro».
Mucho se ha criticado su supuesta inmadurez, con 24 años. Ballart lo rechaza: «Conoce perfectamente las consecuencias de lo que ha hecho, no tiene nada de inmaduro ni de tonto. Siempre se ha mostrado responsable, atento con los suyos y muy preocupado por su futuro deportivo. Él sabrá por qué se ha ido».