Domingo, 11 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6293.
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Cada falta que ha cometido el poder se convierte en un ariete que contribuye a derribarlo (Concepción Arenal)
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PROTESTA / CUNDE EL EJEMPLO EN LAS CARCELES
QUIEREN SER COMO DE JUANA...
...PERO SIN sangre. Rafael, parapléjico y con sida, preso por falsificar recetas, pide que le lleven a casa. Francisco estuvo más de dos meses en huelga de hambre para ver a su madre. Y hasta famosos, como Julián Muñoz, tratan de sacar beneficio de un ¿agravio comprativo?
JUAN C. DE LA CAL

Ayer nadie se manifestó por Rafael. Mala suerte la suya haber sido un yonqui pelao sin amigos en la vida. «Si en vez de falsificar recetas de tranquis (Tranquimazín) se hubiese dedicado a poner bombas o matar guardias civiles a lo mejor hoy estaría con nosotros en casa», comenta al caso su mujer, Luisa, presa como Rafael, 37 años, de una situación que, de barrotes para fuera, parece de todo menos justa.

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Las miles de personas que ayer se manifestaron en Madrid en protesta por la excarcelación de José Ignacio de Juana Chaos no sabían que Rafael también tuvo sus coqueteos con la huelga de hambre. Es cierto que no pensaba alcanzar los más de 100 días que llegó a estar el etarra. Pero las horas que permaneció hasta que Luisa se lo quitó de la cabeza valen para él más que 100 manifestaciones repletas de políticos crispados.

«Se lo prohibí yo el viernes por la mañana en el contacto íntimo. "¿Pero cómo vas a dejar de comer con la diabetes que tienes y la cantidad de pastillas que estás tomando?"», le dijo mientras le limpiaba el culo en la sala del vis a vis de la prisión de Botafuegos, en Algeciras. Porque sí, Luisa no le hace el amor a su hombre durante las dos veces que se ven al mes. Ni siquiera carantoñas o algo excitante. Luisa entra en en aquella sala con todos los instrumentos necesarios -léase jabón, esponja, colonia, cuchilla de afeitar, espuma, desodorante, etc.- para lavar a fondo a su marido.

Y no es porque Rafael sea un guarro, no. Lo que tampoco sabían los manifestantes de ayer es que Rafael es parapléjico y no puede moverse de cintura para abajo. Y que, además, está sondado. Y que nadie le cura las llagas que le produce estar toda la vida sentado en una silla de ruedas. Y que las ATS femeninas de la prisión no le ponen los supositorios contra el estreñimiento porque lo hace Luisa dos veces al mes, que para eso es su mujer desde que hace 27 años se conocieron en el barrio jerezano de San Telmo, cuando apenas eran unos críos...

La vida de Rafael Saborido Cordero es triste, por decirlo eufemísticamente. El mismo eufemismo que utilizó Rubalcaba para calificar de «prisión atenuada» la nueva situación de De Juana. El jerezano se enganchó a la heroína de adolescente y con 16 años entró por primera vez en la cárcel. No salió hasta ocho años después. «En la prisión del Puerto hicimos a Rafaelito», recuerda Luisa. Y lo hizo para ingresar, meses más tarde, en el hospital de la ciudad aquejado de una severa gastroenteritis que por poco acaba con él. Ya tenía anticuerpos de VIH, y hepatitis B, y un principios de neumonía, y se le acercaba una endocarditis bacteriana... ¡Mala vida la del yonqui pelao en el maco...

CAIDA

Peor es caerse de un quinto piso y vivir inválido para contarlo. O no... Aquel 23 de mayo de 1994 Rafael no aguantaba más el calor de su habitación hospitalaria y abrió la ventana, «un poco baja», como dice Luisa, para respirar. Se mareó y cayó, cayó, cayó, cayó, cayó... Llegar al suelo fue como subir al cielo para él. Cuando recogieron a Rafael pensaban que estaba muerto. Tenía 24 años y un hijo recién nacido.

A partir de ese momento siguió siendo un pelao pero dejó de ser yonqui. El jerezano dejó las drogas. No debe ser fácil ponerse cuando estás prisionero en una silla de ruedas. Eso sí que es una rehabilitación y no la cárcel. La familia entera se fue a vivir con la madre de él fuera del barrio donde nacieron, convertido casi en un poblado de drogadictos, no sea que a Rafaelito le diera por seguir los malos pasos de su padre.

Y los años pasaron. Y a Rafael le seguían llegando causas pendientes. Como aquella en la que le detuvieron por falsificar recetas a toda pastilla de esa medicina que calma la ansiedad del toxicómano, el Tranquimazín. Y Rafael hizo caso omiso porque, en su silla de ruedas, no podía huir a ningún sitio. Y los secretas que se encontraba en el parque de enfrente de su casa donde le sacaban a pasear le decían que se alegraban mucho por él, no de que se hubiese quedado inválido, sino de que no hubiese vuelto a delinquir...

Y el juez de turno le lanzó una orden de busca y captura que se mantuvo en el limbo jurídico durante más de un lustro. Hasta que el año pasado le pillaron porque alguien se dio cuenta de que el inválido del 2º, sí ese de la sonrisa abierta que todos los días sacaban al parque, resulta que falsificaba recetas para calmar la ansiedad de sus compañeros enfermos.

Y el 1 de marzo del pasado año Rafael Saborido Cordero, con un 88% de invalidez, parapléjico, enfermo de VIH, hipertenso, neumónico, sondado y con un parche de morfina encostado a la altura de los riñones para aguantar los dolores de espalda, entraba en prisión para pagar los dos años y nueve meses que le debía a la sociedad por falsificar recetas de un tranquilizante.

Cinco meses después, De Juana Chaos iniciaba su primera huelga de hambre. Y menos de un año más tarde salía de prisión ante la posibilidad de una muerte inminente. Rafael, con sus manos limpias de sangre, sigue encerrado y aislado en la enfermería de la prisión de Algeciras desde que hace tres meses dos reclusos le propinaran una paliza. Su única compañía es un marroquí con tuberculosis que casi no habla español. ¡Vaya panorama para un pelao que ya no es yonqui...!

«El verano pasado pedimos su excarcelación por enfermedad incurable, razones humanitarias y dignidad personal. Los médicos de la prisión apoyaron la solicitud porque, además, Rafael necesita ayuda de alguien para todo: desde vestirse hasta para ir al baño. Y no la tiene. Además, el informe clínico dice que tiene un riesgo infeccioso importante, a consecuencia de la sonda, con peligro de desenlace fatal. Entonces, ¿por qué no lo sacan?», se pregunta su abogado, Francisco José Bravo, que lo es, además, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.

Pero la excarcelación fue denegada porque, según el juzgado de Vigilancia Penintenciaria encargado del caso, «no existe un riesgo patente para la vida del paciente». O sea, algo así como decir que hasta que esté medio muerto no lo sacan. ¿Como a De Juana? «Creo que es difícil comparar ambos casos porque, con la ley en la mano, pienso que ambas excarcelaciones son justas. Lo importante, es que prime ante todo la vida y la salud del interno, más allá de cualquier valoración política», añade José Bravo.

MEZCLADOS

Desde Instituciones Penitencias aseguran que no tienen datos concretos sobre el número de presos que puedan acogerse a lo que dice el artículo 104 del Reglamento Penitenciario -«los penados aquejados de enfermedades muy graves podrán ser clasificados en tercer grado por razones humanitarias y de dignidad personal atendiendo a su dificultad para delinquir y su escasa peligrosidad»-, el mismo esgrimido por algún jurista para explicar la puesta en libertad del preso etarra.

Las cifras facilitadas por esta institución están mezcladas entre los suicidados, muertos por causas naturales, prematuros y otras razones. Por su parte, el Centro de Documentación contra la Tortura habla de 115 muertes el pasado año, con la misma mezcolanza, aunque incluyendo los fallecidos en comisarías y centros de detención del Estado. Muchos muertos para un país que presume de democrático. ¿Dónde encontrar a los enfermos terminales en estas cifras?

«La puesta en libertad de De Juana ha sido política, no humanitaria. Para mí, el problema de los terminales en la cárcel ya no se resume en las pobres víctimas del sida, como hasta ahora, sino en los enfermos mentales. Porque han convertido las prisiones en almacenes de locos, el 60% según Cáritas. Uno de esos murió precisamente en una cárcel de Madrid en los mismos días en los que De Juana fue puesto en libertad. El hombre pidió su excarcelación cuando vio todo lo que se había montado alrededor del etarra pero no le dio tiempo a firmar los papeles porque la burocracia es tremenda. Le podrían haber puesto en libertad pero no lo hicieron por falta de humanitarismo», asegura el padre Jaime Garralda que dirige una ONG, Horizontes Abiertos, a la que van a morir algunos de los presos excarcelados por enfermedades terminales que no tienen donde ir.

«El Gobierno quiere dar la sensación de humanitario y piadoso, pero no es verdad. Todos sabemos que la maquinaria penitenciaria es despiadada. Que no nos traten de vender la burra», asegura por su parte Javier Ferreira, abogado del Servicio de Orientación Penitenciaria del Colegio de Abogados de Zaragoza.

Y aunque todos los letrados coinciden en afirmar que la situación ha mejorado para bien -sobre todo tras la nota que mandó en enero de 2006 la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, pidiendo que se evaluaran mejor los casos de enfermos terminales en prisión- algunos creen que aún queda mucho camino por recorrer: «Todavía son muy reticentes en excarcelar a alguien y no lo hacen hasta que están en situación de agonía. Lo que pretenden es lavar su imagen porque los muertos en prisión quedan muy feos», asegura la abogada Pilar Sánchez, de la Coordinadora de Apoyo a los reclusos.

El caso De Juana ha puesto de moda las huelgas de hambre en las cárceles españolas. Hasta medio centenar de presos lo ha intentado, aunque sea por unas horas, durante la semana. La de tres presas en la cárcel de Badajoz, en protesta por los supuestos beneficios penitenciarios de la etarra Idoia López Riaño, y la de dos hombres en Segovia, miembros de una organización ultra, son las más destacadas.

La epidemia se extendió también por Castellón, Coruña y Murcia. Así lo confirmó un portavoz de Instituciones Penitenciarias cuando llamamos para pedir el parte: «Esto parece el cartel anunciador de los vuelos de Barajas. Cada hora se inician unas huelgas y se cancelan otras...». Hasta la Asociación de Juristas por la Democracia, por boca de su presidente, Javier Montero, recomendó hacer lo mismo a sus afiliados afirmando que «si un terrorista consigue esos beneficios penitenciarios poniéndose voluntariamente en situación de riesgo, por qué no han de conseguir lo mismo los presos comunes...».

VER A SU MAMA

Pero la huelga más cargada de sensibilidad de los últimos meses es la que, hace un mes, acabó el sevillano Francisco Javier Caramél Guillen, que pasó 73 días ingiriendo apenas líquidos en la cárcel de Albolote, Granada, para pedir que le trasladaran a su ciudad natal. Francisco llevaba más de siete años sin poder ver ni comunicarse con su madre, octogenaria, inválida y medio ciega, y sin recursos para poder ir a Granada.

En noviembre pasado Francisco logró un traslado temporal de tres meses a la cárcel de Sevilla II y pudo, por fin, abrazar a su mamá. Durante la huelga de hambre perdió cerca de 20 kilos de peso y tuvo grandes dificultades para caminar, problemas en la vista y desmayos. Pero el pasado 11 de enero, y para evitar ser devuelto a Granada, Francisco empezó una nueva huelga de hambre indefinida que tuvo que abandonar, de regreso a la enfermería de la cárcel de Albolote, debido a graves problemas de salud. Francisco Javier tiene la intención de reanudar la huelga de hambre una vez que le lleven al hospital, donde tienen que practicarle una biopsia, y se recupere de esta intervención.

Y si no hay valor o capacidad para hacer una huelga de hambre como Dios manda, siempre queda el recurso de acudir a la enfermedad grave. Sobre todo si eres famoso y tu caso sirve de ejemplificación social. Hace años ya ser armó un buen revuelo con la excarcelación de Jesús Gil por sus problemas de corazón. Y ahora, su sucesor como alcalde de Marbella, Julián Muñoz, pretende conseguir lo mismo.

Su abogado, Javier Saavedra, apeló hace días a «razones humanitarias y de salud» y comparó «en términos jurídicos y científicos» su situación con la de De Juana. Durante su alegato ante la Audiencia Provincial de Málaga, Saavedra aseguró que «si se entiende que hay un riesgo para la salud de alguien que ha perdido 30 kilos, entiendo que también lo hay para alguien que adelgaza 15 y no de forma buscada».

El mismo día que De Juana salía del hospital 12 de octubre de Madrid, Julián Muñoz fue trasladado desde la prisión de Jaén al Hospital Médico Quirúrgico para ser tratado de una dolencia cardiaca. El ex alcalde, que entró en el centro sanitario en camilla, salió cinco horas después por su propio pie. Saavedra aseguró que «el derecho penal no está reñido con el sentido humanitario y debe ser aplicado a todos». La fiscalía rechazó la puesta en libertad de Muñoz con el argumento de que considera que el tratamiento a Muñoz es compatible con la prisión.

Entre los 25 crímenes de De Juana y las recetas falsificadas de Rafael, el universo de los enfermos terminales en nuestras cárceles es abrumador. Con agravio comparativo o sin él, habrá un antes y un después en esas celdas donde el tiempo que queda por pasar es el mayor enemigo de la esperanza...

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