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Cada falta que ha cometido el poder se convierte en un ariete que contribuye a derribarlo (Concepción Arenal) |
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LAS PIERNAS MAS LARGAS DEL BUFETE |
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MIDEN 115 centímetros, decisivos en su carrera deportiva como baloncentista y, ahora, para conseguir la medalla de oro en triple salto. En el despacho donde ejerce de abogada valoran otras aptitudes |
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SUSANA MARTIN
Es el ejemplo perfecto de quien triunfa como consecuencia de haber hecho las cosas bien durante mucho tiempo». La frase es de Fernando Pombo, presidente y fundador del bufete de abogados Gómez-Acebo y Pombo. La utiliza para referirse a uno de los últimos fichajes de la firma, Carlota Castrejana. Desde Bruselas, Pombo, un apasionado del deporte, habla con Crónica maravillas sobre la atleta riojana, que el domingo pasado consiguió en el Europeo de Birmingham la medalla de oro por su 14,64 en triple salto. «Nuestros clientes quieren abogados que persigan ganar su causa y trabajen con espíritu ganador, y ella es así», dice orgulloso.
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En realidad, visto el historial deportivo de Carlota, es un misterio de dónde saca el tiempo esta mujer que salió de su casa familiar a los 14 años y que no debe de haber desperdiciado muchos minutos en las últimas dos décadas. Dejó el piano y la gimnasia rítmica por el baloncesto, y triunfó; y luego éste por el atletismo, primero en altura y luego en triple, y en todo supo situarse entre las mejores. Además, quería ser abogada o periodista, y eligió Derecho, una carrera que estudió en los ratos libres que le quedaban entre viajes y miles de horas de entrenamientos, entre renuncias y sacrificios que ella apenas recuerda y que le llevaron a participar en las Olimpiadas de Barcelona, Sidney y Atenas. «No tengas prisa, todo llegará», le había dicho el capitán del equipo olímpico español, el lanzador de peso Manuel Martínez. Y así ha sido, reconoce ella. A punto de cumplir los 34 años, las estanterías de la casa de sus padres exhiben las muchas medallas que en estos años se ha ganado a pulso esta deportista de élite que continúa en activo y cuyo rendimiento sigue siendo espectacular.
«El deporte no es sólo ganar», dice la atleta, «es caerse, volverse a levantar y no rendirse jamás, un poco como la vida». Hace años leyó algo parecido en un libro de Michael Jordan, a quien admira, y lo adoptó como lema propio. Para el deporte y para la vida. Carlota cree que el secreto para convertirse en un deportista completo es trabajar los puntos débiles de cada uno, «pero también saber encajar los reveses del camino, que son muchos». El más duro llegó en 1996 cuando, pese a ser campeona de España en salto de altura, al final no fue incluida en la selección que acudía a las Olimpiadas de Atlanta. Carlota lloró amargamente. No suele hacerlo. ¿Y el pasado domingo, cuando ganó el oro en Birmingham, no hubo lágrimas? «Qué va, yo le había dicho a mi padre que o no pasaba a la final o me traía el oro. Y mírala...», dice mientras muestra la medalla. «Cuando no pude evitar los lagrimones fue al ver los más de cien mensajes de enhorabuena que tenía en el móvil», comenta pletórica, «ni siquiera he podido responder a todos, pero no sabes cómo los agradezco».
Detrás de la amplia sonrisa de esta mujer enorme -mide 1,88 metros- parecen aún más grandes sus ganas de comerse el mundo. Ella repite constantemente que todo es mejorable y que se siente abrumada por todo lo que le falta por aprender. Su curiosidad lo abarca todo. Pronto se dio cuenta de ello Manuel Martín Domínguez, responsable del área de Derecho del Trabajo del despacho donde Carlota trabaja por las tardes. La conoció cuando ella hacía un master allí, recuerda que sus intervenciones «siempre eran brillantes» y que no temía opinar sobre los temas que se planteaban. «Su ansia de aprender no tiene límites». Ahora comparten departamento desde que en septiembre Carlota es una más de los 220 abogados del bufete ubicado en una torre Kio.
Los días en la vida de Carlota parecen estirarse desde que compagina ambas actividades. Por la mañana entrena en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid con su entrenador, Juan Carlos Alvarez («él me ha hecho, le debo mucho»). Por las tardes, se transforma en abogada y aplica sus conocimientos deportivos a los trabajos que le encomiendan: contratos, asesoramientos... «Aquí estoy rodeada de los mejores, quiero trabajar duro para ser uno de ellos», dice.
Y entre viaje y viaje, casi siempre en metro, aún le queda tiempo para leer sentencias, repasar documentación y comentarle cada avance a Jero, con quien ha compartido media vida y 10 años de matrimonio. Hablan mucho y ven poco la tele («sólo House y Anatomía de Grey», series de médicos), Carlota duerme cada día al menos ocho horas, nueve si puede («el descanso es fundamental»), un tiempo en el que a menudo sueña con los próximos retos que tiene en mente, siempre a corto plazo: Los europeos de Osaka en agosto, los campeonatos del mundo de Valencia en marzo de 2008, unos meses después la Olimpiada de Pekín... «Quien resiste, gana», se repite medio dormida.
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