El escritor Gabriel García Marquez, vestido de lino blanco y con la sonrisa grande que guarda para los días grandes, forcejeaba por prender en la camisa del cantautor Pablo Milanés la honorífica medalla Haydeé Santamaría. Entonces, quebró el protocolo y dijo en La Habana: «Es la primera vez que impongo una condecoración a alguien menor que yo».
La frase de Gabo logró que se propagara la risa en el reducido público de altos funcionarios y personalidades de la cultura cubana que asistieron ayer -la madrugada del viernes al sábado en España- a la ceremonia íntima celebrada en la Casa de las Américas para entregar la citada distinción, otorgada por el Consejo de Estado, a Pablo Milanés en reconocimiento a su activa labor en la cultura artística de la isla.
El hecho de que García Márquez, siempre remiso a las ceremonias oficiales, accediera a condecorar al cantautor no resultó una novedad, dada la veterana y estrecha amistad que existe entre ambos.
Tampoco fue una sorpresa la aparición del autor de El amor en los tiempos del cólera en la Casa de las Américas porque era previsible que Gabo -radicado en México- viajase a la isla antes de partir hacia Colombia para asistir a los actos organizados para celebrar sus 80 años, cumplidos el pasado 6 de marzo.
«No doy nada que sirva de titular», dijo en tono de broma el Nobel de Literatura de 1982 a la prensa, pero reconoció que la meta de su corta estancia en La Habana es encontrarse con su íntimo amigo el también octogenario Fidel Castro. «Es lo que más deseo», dijo.
«No lo veo hace tiempo por su enfermedad, pero estoy seguro de que ya sale de ella», dijo Gabo, quien, en noviembre de 2006, asistió a los actos celebrados en la capital cubana para festejar el aplazado 80 cumpleaños de Castro y también para estar presente en las celebraciones del 20º aniversario de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, con sede en la localidad habanera de San Antonio de los Baños, creada por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que preside el novelista.
Es conocido en medios oficiales de la isla que Gabo y Castro mantuvieron años atrás la costumbre de festejar juntos en La Habana la Nochevieja. Entre ambos, existe una fuerte amistad desde hace décadas. Y, cuando al novelista se le pregunta sobre ese tema, siempre responde diciendo que «un amigo es un amigo». Dada esta sostenida fidelidad, que ha resistido un vendaval de críticas, es casi seguro que durante este fin de semana podrá reunirse con el convaleciente líder cubano.
Sobre su actual quehacer literario, Gabo se limitó a comentar que «lo más importante es que tengo que escribirla [su nueva novela]. No he empezado todavía». García Márquez dejó entonces unos puntos suspensivos y lanzó una frase inquietante: «No creo que la escriba».
De momento, el autor tiene por delante un ciclo de festejos que incluyen, además de su 80 cumpleaños, la celebración de los 60 años transcurridos desde la publicación de su primer cuento, La tercera resignación, los 40 desde la publicación de Cien años de soledad y los 25 desde el Nobel de Literatura de 1982.
Cuba se sumó a los agasajos con el ciclo de películas Gabriel García Márquez en el séptimo arte, programado esta semana por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Gabo no precisó cuánto tiempo permanecerá esta vez en La Habana, pero sugirió que sería una corta estancia al decir: «Me voy pronto porque tengo que ir a festejar a alguien que cumple 80 años en Colombia».