Domingo, 11 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6293.
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 DEPORTES
Messi resucita al Barça
EL DELANTERO ARGENTINO, ESTELAR, FIRMA UN 'HAT TRICK' Y SALVA AL BARCELONA EN EL MINUTO 90 EL EQUIPO DE FABIO CAPELLO ABUSO DE LOS AZULGRANA A PARTIR DE LA EXPULSION DE OLEGUER, PERO NO SUPO MATAR EL PARTIDO

BARCELONA 3

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REAL MADRID 3

Valdés

Oleguer

Puyol

Thuram

Márquez

Xavi

Iniesta

Deco

Messi

Eto'o

Ronaldinho

Cambios: Sylvinho por Eto'o (min. 46)

Belletti por Deco (min. 70)

Gudjohnsen por Márquez (min. 81)

s.c.

Casillas

Salgado

Sergio Ramos

Helguera

Torres

Diarra

Gago

Raúl

Guti

Higuaín

Van Nistelrooy

Cambios: Robinho por Raúl (min. 60)

De la Red por Guti (min. 81)

s.c.

Arbitro: Undiano Mallenco

Tarjetas amarillas: Oleguer (2), Sergio Ramos, Márquez, Van Nistelrooy, Xavi, Deco, Diarra, Míchel Salgado y Gago.

Tarjetas rojas: Oleguer (min. 44).

Goles: 0-1: Van Nistelrooy (min. 4); 1-1: Messi (min. 10); 1-2: Van Nistelrooy (min. 12); 2-2: Messi (min. 27); 2-3: Sergio Ramos (min. 73); 3-3: Messi (min. 90).

CAMP NOU. 97.823 ESPECTADORES

BARCELONA.- Mucho tendrá que llover para que el Real Madrid vuelva a encontrarse con semejante opción para sepultar al Barcelona. Se relamían los blancos con las lágrimas saladas de los futbolistas azulgrana. Se sentían demasiado superiores. Pero alzaron los brazos demasiado rápido. Messi, increíble, un futbolista que marcará una era, arrancó un empate en el minuto 90 con el que era su tercer gol de la noche. Y aún suerte que el árbitro no vio un posible penalti de Diarra a Ronaldinho en el descuento. El Barcelona recuperó el pulso camino del camposanto, mientras que el equipo de Capello dejó escapar una excepcional ocasión para darle esquinazo a su crisis.

No podía ser de otro modo. Visto el deprimente momento de juego por el que atravesaban Barcelona y Real Madrid, el clásico no depararía más que un partido de locos. Extasiante y seductor para el aficionado; una mina, en cambio, para los analistas por lo desastroso de los patrones de juego. En cualquier caso, si se trataba de cumplir con la cultura del entretenimiento, lo acontecido anoche en el Camp Nou cumplió con creces. Los sistemas defensivos de ambas escuadras fueron lamentables, especialmente el del Barcelona, y propiciaron un aluvión de ocasiones; Oleguer estuvo nefasto hasta que se borró del partido, y los jugadores franquicia, Ronaldinho y Raúl, vivieron una vez más entre las sombras. Los despropósitos no acabaron aquí. Hasta el aficionado tuvo que soportar ver a Inista de ¡carrilero derecho! Jarana y juerga para todos.

Pese a que el Real Madrid se adelantó por dos veces en el marcador en el primer tiempo gracias a las licencias defensivas del Barcelona, todas las señales apuntaban a una remontada azulgrana que atacaba en tromba, amontonando hasta seis hombres en el balcón del área madridista. ¿Y atrás? Rijkaard sigue obcecado en demostrar que el 3-4-3 también puede ser una opción válida. Qué más da que el invento hiciera aguas en Anfield. Ayer, el Barça encajó tres goles y Valdés salvó otros tantos. Al menos el ataque funcionó a medias, entre otras cosas porque el Real Madrid, por mucho que se esmerara Capello en copiar a Rafa Benítez, no es el Liverpool. El técnico italiano se olvidó al inicio de decirle a sus hombres que las coberturas sirven para algo. Y, lo que es de juzgado de guardia, permitió que un chaval como Torres se jugara su futuro como futbolista ante una estrella mundial como Leo Messi.

El menudo delantero argentino firmó los goles que revitalizaron al Barcelona tras los martillazos blancos. El primer tanto madridista sólo tardó en llegar cuatro minutos, tiempo necesario para comprobar que Guti campaba a sus anchas por el campo. El canterano, exento siempre de marca, abrió con soltura para un Higuaín fabuloso como segunda punta. Thuram, desesperante, rechazó fatal el centro del argentino y Van Nistelrooy, completamente solo en la frontal, colocó con comodidad el balón en el interior de la portería.

Reaccionó el Barça con furia, y su glamouroso triunvirato comenzó a gustarse. Eto'o, visiblemente recuperado pero con la pólvora mojada -Casillas le sacó dos mano a mano-, buscó el socavón de la defensa madridista: la banda defendida por Torres. Messi rompió el fuera de juego, se internó en el área y marcó a placer.

Atendiendo a la esquizofrenia futbolística, el Real Madrid tardó apenas 60 segundos en ponerse otra vez por delante en el marcador gracias a un claro penalti de Oleguer a Guti, acción que le acarreó su primera amarilla. Van Nistelrooy volvió a ganarle el duelo a Valdés, esta vez desde los once metros.

El Madrid, fiel a las consignas capellistas, dio un paso atrás y el Barcelona rubricó sus mejores momentos. Iniesta y Xavi comenzaron a marear a sus pares, y Ronaldinho ofreció los únicos chispazos de otro partido borrascoso. Una buena combinación entre el brasileño y Eto'o en el corazón del área madridista acabó con disparo de Ronaldinho. Casillas rechazó y Messi, muy atento, agarró el cuero para lanzar un misil.

El Barcelona se creció, y se permitió el lujo de fallar grandes ocasiones. Aunque la buena nueva azulgrana tenía fecha de caducidad, el minuto 44 del partido. Oleguer cazó incomprensiblemente a Gago y se ganó la segunda amarilla. Pésimo criterio el del azulgrana. Aquí concluyó el partido para el Barça y nació uno nuevo para el Real Madrid, recuperado y monumental en la reanudación.

El equipo de Rijkaard desapareció, con Iniesta desorientado en el carril derecho, Sylvinho vagando en el zurdo, y Márquez completando un partido horripilante. El Barcelona no encontraba ni una sola vía de escape, y se abrasaba a fuego lento. Capello se topaba con el partido que tanto había soñado. Ordenó el repliegue definitivo de sus filas, y esperó a que una contra le concediera la victoria. Valdés llegó a sacarle tres goles a Van Nistelrooy, pero ya no pudo hacer nada en una falta lateral botada por Guti, el particular agujero negro azulgrana. Sergio Ramos se adelantó a Puyol y dejó volar su cabellera hacia atrás para que el balón se colara por la escuadra. Sólo la grandeza de Messi permitió salir con dignidad a un Barcelona hundido físicamente y que alimenta sus dudas.

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