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Cada falta que ha cometido el poder se convierte en un ariete que contribuye a derribarlo (Concepción Arenal) |
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LA OPINION |
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El Madrid explota una mala defensa |
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ORFEO SUAREZ
La nostalgia del cruyffismo, del dream team, parece impedir una condena unánime a los últimos experimentos de Frank Rijkaard, que ha descompensado al Barcelona con una defensa de tres hombres sin los futbolistas indicados, con Puyol como vértice y dos tipos demasiados lentos, Oleguer y Thuram, para lo que semejante línea exige. Con Cruyff, esos hombres eran Ferrer y Sergi, infernalmente rápidos. La apuesta encontró su fruto ante el Zaragoza, un equipo blandito, pero naufragó en Liverpool y frente al Madrid, con intenciones mucho más contundentes. En el Camp Nou, los errores de Thuram y Oleguer concedieron a los blancos sendas ventajas inesperadas: dos goles y la superioridad númerica que a la postre les serviría el tercero.
Para otro equipo, habría sido un calvario sobreponerse por tres veces a semejantes mazazos. Para el Barcelona, no. La calidad de su ataque le ofrece múltiples oportunidades para compensar su inseguridad defensiva, aunque ello es posible cuando enfrente se encuentra un Madrid apretado, digno, inteligente en su planteamiento, pero en la teoría inferior en casi todos los órdenes del juego menos en la portería. Desde ese punto de partida es desde el que hay que valorar el encuentro del equipo blanco, impecable en lo colectivo a pesar de sus defectos, en especial los laterales, y cuestionar el del conjunto azulgrana, que se movió por los chispazos de sus estrellas, un intenso Eto'o mientras tuvo fuerzas y un revolucionado Messi, dueño de la resurrección de los suyos.
A los delanteros azulgrana tampoco les acompañaron los futbolistas que llevan el ADN de la casa: los centrocampistas. Iniesta funcionó sólo con los arreones del Barça y Xavi no estuvo, simplemente. Todos acabaron ahogados por la presión del Madrid, que cerró el espacio con una defensa adelantada, a pesar de los riesgos, y unos delanteros solidarios, dispuestos a bajar o caer a las bandas, lo que hicieron durante todo el partido Van Nistelrooy e Higuaín. Impresionante, en particular, fue el partido del holandés.
La zona quedó libre para que Guti empezara a marcar el compás, a emerger por encima de la impotencia de los jugones del Barcelona. Qué futbolista podría haber sido este tipo que tan pocas veces ha jugado como ayer, como si fuera la última vez. Habilitó la acción del primer gol, provocó el penalti, dio el centro del tercer tanto y minó de tarjetas amarillas al Barcelona, que ayer sumó su tercer resultado adverso consecutivo, a pesar de rescatar un empate con un hombre menos, tras perder en Sevilla y caer eliminado en Liverpool. Fuera de Europa, es hora de que el Barcelona busque las virtudes colectivas que perdió mientras se miraba el ombligo, porque Ronaldinho no está para arreglar nada y Messi no siempre se bastará solo.
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