Portar el número uno en la cúpula de su moto le ha dado alas, las mismas que acompañan a su nuevo dorsal. Dice que las ha colocado por si acaso las necesita pero, de momento, todo parece indicar lo contrario. Jorge Lorenzo está fuerte y sereno. Se tomó la pretemporada con calma. Sin conseguir el mejor tiempo en ninguno de los exámenes invernales, fue recuperándose poco a poco de la resaca que supone ser campeón del mundo de 250 para volver a centrarse en lo suyo, en pilotar su Aprilia como sólo él sabe.
Ayer sumó su primera victoria de la temporada, la novena desde que llegara a la categoría, en la prueba inaugural del Mundial de motociclismo. La mejor forma posible de iniciar la defensa del cetro del cuarto de litro, obtenido el pasado curso in extremis, en un circuito, el de Losail, que se ha convertido en talismán para el pupilo de Dani Amatriaín. Ya acumula aquí cuatro poles, tres victorias y un segundo puesto, desde que en 2004 se celebrara el primer gran premio en tierras qataríes.
«El rey Lorenzo sigue reinando», se atrevió a firmar nada más bajar de lo más alto del podio para luego, ya más tranquilo y calmado, rebajar el tono del discurso: «De momento, he logrado la primera victoria pero no voy a volverme loco ni pensar en ganar todas las carreras porque, prácticamente, es imposible».
Pese a que el debutante Thomas Luthi afrontó el primer viraje en cabeza, antes de que hubiera concluido la primera vuelta el vigente campeón ya había tomado el mando. Nadie consiguió usurparle la primera plaza en la veintena de giros a la cuerda de Losail. «No ha sido la mejor carrera para los espectadores porque no ha habido lucha por el triunfo, pero para mí ha sido muy emotivo volver a ganar porque no lo hacía desde el Gran Premio de Australia. Después comencé la complicada batalla final por el título».
En la jornada previa, Lorenzo aseguraba que en su cabeza rondaba la idea de una escapada, pero confesaba que le iba a ser muy complicado. No lo fue tanto, porque a mitad de carrera ya rodaba en solitario con una cómoda ventaja sobre Alex de Angelis y Héctor Barberá, quienes terminarían ocupando la segunda y tercera plaza del podio, respectivamente. Incluso, se pudo permitir el lujo de bajar el ritmo en los compases finales de la carrera después de aventajar a sus rivales en algo más de tres segundos.
«No he cometido errores durante la carrera, pero he ido al límite. Ahora tengo una mentalidad más abierta y llevar el número uno me ha quitado presión», aseguró. Una tensión que se ha acostumbrado a descargar a través de celebraciones que siempre entrañan un mensaje dirigido a su entorno más cercano. Ayer aparcó la moto junto a un muro y comenzó a saltar a la comba para noquear a la cámara como un boxeador profesional. «Lo he celebrado así porque, después de los IRTA de Qatar, Dani [Amatriaín] me dijo que estaba gordo. Me pasaron la dieta de Ronaldinho y Ronaldo, pero preferí la suya. He estado una semana prácticamente sin comer y he adelgazado dos kilos. Ahora estoy como Rocky antes de pelear contra Apollo. He recuperado la mirada del tigre».
El dominio de Lorenzo y de Aprilia quedó patente ayer. Hasta cuatro pilotos se colaron por delante de la Honda de Andrea Dovizioso, subcampeón el pasado ejercicio, y al que el piloto número uno de la casa de Noale considera su más firme rival. Pero no debe descuidarse porque De Angelis y Barberá le plantearán batalla a lo largo de la temporada.
«No soy un piloto segundón y estoy capacitado para estar delante», aseguraba el corredor de Dos Aguas. «Con el podio he recuperado la confianza, pero esperaba más de esta carrera porque el tercer puesto ha sido el peor resultado que he conseguido a lo largo del fin de semana».
Barberá reconoció que se había equivocado en la elección del carenado de su Aprilia. «He elegido uno sin agujeros y a mitad de carrera, cuando ha empezado a soplar el aire, me ha molestado mucho. También me he resentido un poco al final por el esfuerzo que he tenido que realizar, por lo que voy a prepararme mejor físicamente para Jerez», aseguró para dejar claro que plantará cara a su más íntimo enemigo: «Jorge y yo somos rivales en la pista. Fuera de ella, no somos amigos pero le he felicitado por el triunfo».
Julián Simón no estaba dispuesto a perderse la primera cita de una temporada que supone su debut en el cuarto de litro, por eso decidió correr infiltrado después de que sufriera una luxación en el hombro durante los IRTA de Jerez. Finalizó en una sufrida octava posición, tres plazas por delante de Aleix Espargaró.
Peor le fueron las cosas a Alvaro Bautista en su puesta de largo en la nueva categoría. El vigente campeón del mundo del octavo de litro sufrió una caída cuando marchaba sexto y sólo se habían disputado tres virajes. «Se me ha ido la rueda delantera en una curva a derechas», explicó, aunque prefiere quedarse con las cosas buenas porque esto no ha hecho nada más que comenzar.