No pudo elevarse de forma más esperanzadora el telón del Mundial 2007. A la primera resonaron los acordes del himno español de la mano de un Héctor Faubel pletórico. Triunfó el piloto valenciano in extremis gracias a un rebufo, que no un milagro: todo estaba calculado. El de Aprilia, que tras la victoria en Losail se reivindica como el sucesor de Alvaro Bautista en 125 cc, se impuso en la misma línea de meta a su compañero Gabor Talmacsi, un hombre siempre en duda en todo aquello que rodea a la camaradería.
Fue en octubre de 2005, también en Qatar. El díscolo húngaro sorprendió a su jefe de filas en KTM, Mika Kallio, y le arrebató a traición una victoria con impagable factura para el finlandés: esos cinco puntos birlados fueron clave para que Thomas Luthi le ganara el título mundial tres carreras después. «Con compañeros así es mejor no tenerlos», le reprochó Julito Simón, también en KTM por aquel entonces.
Ayer, en la carrera inaugural del campeonato, la situación se volvió a repetir, aunque sin órdenes de equipo de por medio. Dos hombres de Jorge Martínez Aspar, que no gana para éxito, en cabeza. Segundo en la parrilla, Faubel salió decidido. Partió pronto la carrera, con una escapada que, por momentos, pareció definitiva. Talmacsi aguantaba por detrás, también en solitario, no demasiado lejos, mientras que Raffaele de Rosa y Lukas Pesek preferían jugarse el tercer puesto yendo emparejados.
Por contra, la tragedia se cernió sobre otras Aprilia, las de Sergio Gadea -que había realizado una gran salida- y Mattia Pasini, llamados a estar entre los elegidos y que, sin embargo, ayer vieron como sus motos no respondían. Ambos tuvieron que abandonar, desesperados ante la incapacidad de sus máquinas.
A mitad de carrera fue cuando el húngaro decidió comenzar la caza, llevándose en ella el récord del circuito qatarí (2:06.267). A falta de seis vueltas, Faubel ya sentía el aliento en el cogote. Pero, en vez de dejarse llevar por la presión y los nervios, optó por la versión más inteligente: estudiar al rival. «Hace dos años Talmacsi ganó así a su compañero de equipo Mika Kallio y no quería que me pasara lo mismo. Cuando comenzó a acercarse y vi que no podía irme, corte gas. Sabía que si entraba primero, me iba a pasar. Por eso, dejé que me pasara para luego poder adelantarle en la recta de meta». El resumen perfecto. A motos y potencias idénticas, el que entrara por delante en la recta final tenía mucho que perder, puesto que en el rebufo estaba la clave. El valenciano congeló su sangre y se la jugó. Salió cara, y en la misma línea de meta, en un adelantamiento tan espectacular como eterno, se impuso por 73 milésimas y se colocó como primer líder del Mundial. «Mi objetivo es luchar por el título de campeón del mundo. Mi equipo y Aprilia están apostando por mí, pero la guerra se va a cocer en casa. Soy líder, pero es pronto para pensar en ello», apuntó el de Lliria, que abre el campeonato de la misma forma que lo cerró, ya que ganó el último Gran Premio (Valencia) de la pasada campaña, algo que no ocurría desde que Masao Azuma lo hiciera en 2000 y 2001.
El checo Pesek, que venció su duelo particular con De Rosa, completó el cajón, besado por Faubel con la euforia del que se ve ya como una realidad para el título, tras finalizar tercero la pasada campaña. Mención especial merece la actuación de dos niños, españoles, llamados a copar la gloria en un futuro no demasiado lejano. Pol Espargaró (15 años, Aprilia) y Esteve Rabat (17, Honda), llegaron séptimo y octavo respectivamente. El mañana les pertenece.