MADRID. - Podrán solicitar el certificado las empresas que hayan derribado el invisible tabique de acero que separa a ellas de ellos. Tendrán que demostrar entonces que son compañías fuera de sospecha, que en el haber cabe lo mismo una trabajadora embarazada que una directora general. Una vez conseguido, será la vitola de la paridad en la oficina, la denominación de origen de Igualdad de Sexos S.A.
El Gobierno ya ha puesto en marcha el proceso que dará lugar al llamado distintivo empresarial en materia de igualdad.
El preparados, listos, ya se pudo leer en el BOE de 26 de febrero, donde el Ministerio de Industria autoriza a la Asociación Española de Normalización y Certificación (Aenor) a elaborar la normativa que habrán de cumplir quienes quieran optar a la marca.
En las próximas semanas estará constituido el comité de normalización encargado de redactar el texto final.
La asociación estima que, antes de dos años, hacia 2009, podrían estar chequeándose las primeras compañías y otorgándose los primeros certificados de calidad en el asunto.
Asistimos hoy, pues, al nacimiento de una acreditación que será habitual a medio plazo, pero que se abre paso ahora con bríos novedosísimos, pujando incipiente por instaurarse en el mundo corporativo.
La vitola de marras aparece recogida en la Ley de Igualdad que acaba de ser aprobada en el Senado. El capítulo IV de la norma versa sobre el «distintivo empresarial en materia de igualdad» y esboza lo que supondrá ser una firma pata negra en el tema.
El certificado nace para «reconocer a aquellas empresas que destaquen por la aplicación de políticas de igualdad de trato y de oportunidades con sus trabajadores y trabajadoras» y, como un broche reluciente en la solapa, «podrá ser utilizado en el tráfico comercial de la empresa y con fines publicitarios».
Según consta en la ley, para la concesión del marchamo se tendrán en cuenta, entre otros criterios, «la representación equilibrada de mujeres y hombres en la compañía en los órganos de dirección y en los distintos grupos y categorías profesionales», «la adopción de planes de igualdad u otras medidas innovadoras de fomento de la igualdad» y «la publicidad no sexista de los productos o servicios de la empresa».
El Ministerio de Asuntos Sociales «controlará» las certificaciones dadas. Si una firma «incumple», el distintivo le será «retirado».
«Este tipo de certificados se hacen cuando se detecta una necesidad social», señala Jesús Gómez, portavoz de Aenor.
«Es cierto que estas cuestiones son muy nuevas en la empresa, pero están empezando a lanzarse poco a poco», señala.
Consideraciones éticas a un lado, Gómez ve dos ventajas para las empresas que se suban al tren que ya pita: la «imagen» y «evitar los costes de la no calidad» (léase sanciones por incumplir la Ley de Igualdad).
El comité de normalización que se está ultimando será el encargado de redactar la norma sobre el distintivo.
En ese foro estará la Administración, diversos especialistas, el Ministerio de Industria, comunidades autónomas, colectivos de mujeres y empresarios. Y el texto saliente deberá ser fruto del «consenso».
Hablamos con Rosa María Peris, directora del Instituto de la Mujer, organismo artífice de impulsar, junto con la Secretaría de Políticas de Igualdad, el revolucionario certificado.
«Esta es la culminación de un proyecto en el que tenemos mucha ilusión y del que no tenemos antecedentes en el espectro europeo», dice.
Y sigue la directora del Instituto de la Mujer: «Confiamos en que las empresas se acojan a este distintivo. No sólo por que va a mejorar su cuenta de resultados, sino por que les diferenciará en un mercado cada vez más competitivo».