A George W. Bush le preguntaron si es cierto que hasta teme nombrar en público a su pesadilla Hugo Chávez, tal y como asegura el venezolano. Entonces miró hacia la nada, su mujer puso cara de póquer y en vez de responder arrancó comentando generalidades sobre la democracia y el desarrollo.
Ese fue el único momento de tensión en la conferencia de prensa que Bush dio ayer en Uruguay, segunda escala de su gira por cinco países de América Latina, que la prensa de Estados Unidos ha bautizado un tour anti Chávez para frenar la creciente influencia del venezolano y sus petrodólares en el subcontinente.
El bolivariano lo desafió montando su tour anti Bush, con un acto el viernes al que concurrieron 20.000 personas en Buenos Aires. Ya es la segunda vez que Chávez le agua la fiesta a Bush: en noviembre de 2005 hizo una contracumbre a la Cumbre de las Américas, que fracasó en impulsar el acuerdo de libre comercio ALCA.
En esta contragira, Chávez se burló del derrumbe de la popularidad de Bush al tildarlo de «verdadero cadáver político». «Ya ni siquiera huele a azufre, exhala el olor de los muertos políticos y en poco tiempo -espetó- se convertirá en polvo cósmico y desaparecerá del escenario».
Pese a tamaña afrenta, Bush no entró al trapo rojo y actuó como si ignorase a su adversario caribeño. Prefirió resaltar que EEUU «es generoso y compasivo» con Latinoamérica porque duplicó la ayuda de 800 a 1.600 millones de dólares, cifra raquítica ante la lluvia financiera de la revolución bolivariana.
Por ejemplo, solamente con Argentina, Chávez lleva comprados títulos del Estado argentino por alrededor de 4.000 millones de dólares, convirtiéndose así en el principal prestamista del país que apenas cinco años atrás cayó en bancarrota y cesación de pagos a sus acreedores, incluida España.
En medio de la rivalidad Bush-Chávez y sus giras paralelas a ambas orillas del Río de la Plata, que acaparó la atención de la CNN y otros medios de Estados Unidos, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, intentó sacar provecho para su país. En la reuníón que mantuvieron a puertas cerradas en el cortijo presidencial Parque Anchorena, Vázquez reforzó su reclamo a Bush de mayor libertad para lograr acuerdos de comercio. También le pidió que Washington levante los aranceles aduaneros que frenan algunas exportaciones uruguayas al país del norte.
El Gobierno socialdemócrata de Vázquez ya consiguió firmar con los Estados Unidos, el 25 de enero pasado, un Acuerdo Marco de Comercio e Inversión (TIFA) que podría sentar las bases de un Tratado de Libre Comercio (TLC), algo que irrita a sus socios del Mercado Común del Sur (MERCOSUR, Brasil, Argentina, Paraguay y Venezuela.
Sin embargo, ayer el presidente uruguayo coqueteó delante de Bush con la posibilidad de asociarse por libre con los Estados Unidos y abogó por «un Mercosur abierto» que permita a sus socios alianzas bilaterales con otros bloques o países, algo que las normas de la alianza suramericana prohíben en forma taxativa.
Varios ministros y simpatizantes del Gobierno de Vázquez se oponen al tratado con Estados Unidos. Incluso muchos oficialistas participaron en actos anti Bush en Montevideo. El viernes por la noche hubo ataques a dos locales de McDonalds y a la Iglesia del Reino de Dios, en disturbios que concluyeron con 30 manifestantes detenidos. José Pepe Múgica, ministro uruguayo de Ganadería y Agricultura, debió darle la mano a Bush e ironizó: «Para gobernar hay que comerse algunos sapos y esta vez tuvimos que comernos un cocodrilo». Múgica fue fundador en los años 60 de la guerrilla guevarista Tupamaros, que en 1970 mató en Montevideo al agente de la CIA e instructor de torturas Dan Mitrione. La película Estado de Sitio, de Costa Gavras, recreó esa historia.