Domingo, 11 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6293.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Crónica
Nueva economia
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Cada falta que ha cometido el poder se convierte en un ariete que contribuye a derribarlo (Concepción Arenal)
Haz Click Aquí
 MUNDO
Los últimos 'enclavados'
Trescientos grecochipriotas sobreviven aislados desde 1974 en la zona de la isla ocupada por Turquía
MANUEL MARTORELL. Especial para EL MUNDO

RIZOKARPASO (CHIPRE).- En agosto de 1974 eran 20.000; hoy apenas quedan 300, la mayor parte ancianos. Son los enclavados grecochipriotas que se vieron atrapados en la península de Karpasia debido al rápido avance del Ejército turco cuando ese año ocupó el tercio norte de la isla. Aislados al otro lado de la Línea Atila, han sobrevivido durante tres décadas rodeados de un ambiente hostil, víctimas de continuos ataques, sin libertad de movimientos y bajo la presión de las autoridades turcas.

Publicidad
Muchos terminaron por ceder y se marcharon, aun sabiendo que no regresarían jamás. Katina Pandeli vive en Rizokarpaso, uno de los dos pueblos enclavados. Totalmente enlutada y ayudándose de un bastón para caminar, reconoce que ya no hay agresiones: «Dios es testigo, no puedo mentir: ya no nos atacan, pero, aunque al principio apedrearon mi casa y después me golpearon, yo decidí quedarme».

En Rizokarpaso hay 220 enclavados. En 1974, los 3.500 habitantes eran grecochipriotas. Los otros 2.000 vecinos son colonos turcos llegados de Anatolia. Los grecochipriotas tienen su única escuela. Cuando los niños cumplían 12 años, tenían que continuar la educación en turco o marcharse a la zona controlada por el Gobierno de Chipre. La directora de la escuela, Xenia Archontidou, reconoce que la situación ha mejorado con los acuerdos entre las dos partes de la isla. Además, desde 2004 tienen Secundaria, por lo que los jóvenes pueden seguir en el pueblo hasta los 18 años. Ahora hay 27 alumnos, pero el número irá descendiendo a medida que vayan desapareciendo los últimos enclavados.

Esta profesora de francés explica con su caso personal el drama de los grecochipriotas que huyeron al comenzar la invasión. Ella nació en Rizokarpaso, donde su familia tenía una cafetería y dos pisos que su padre construyó para cuando ella y su hermana se casaran. Xenia ha podido regresar, aunque sólo en calidad de directora de la Escuela. Ha intentado volver a su casa, pero la familia turca que la ocupa le exige un alquiler por una vivienda que legalmente Xenia sigue considerando suya.

Junto a la vieja iglesia ortodoxa emerge la nueva mezquita y al otro lado de la carretera los enclavados tienen su propio bar, San Sinesio; uno de ellos explica que, como no pueden venir nuevos habitantes, el grupo se reduce año tras año. La situación en Aya Triada (Santa Trinidad) es aún peor. Aquí apenas quedan 80, aunque en 1974 sus 2.000 habitantes eran grecochipriotas. Desde ese año sólo ha habido una boda y los dos únicos niños van a la escuela que dirige Xenia. Como suele ser la norma, los seis hijos de Petros Yasis y María Petru, que tienen 80 y 74 años respectivamente, «se fueron porque no podían seguir estudiando». «Tenemos cuatro chicas y dos varones. Se quedaron en la otra parte, se casaron y ahora tenemos nueve nietos que viven allí», explica Petros. En Aya Triada, la media de edad también ronda los 80. «Cuando nosotros muramos, los grecochipriotas desaparecerán de esta zona. Cuando ustedes vuelvan, aquí no habrá nadie», dice Petros Yasis.

En la punta de esta franja de tierra abrazada por el mar, con paisajes bucólicos y playas vírgenes, hay un enclavado muy especial. Es Zakarías, el único monje que queda en el monasterio del Apóstol Andreas, en otro tiempo uno de los más venerados de la isla. El edificio se cae a pedazos, ya que las autoridades turcas niegan los permisos para realizar obras. Un policía turco es el encargado de guardar la llave del cepillo y, cada cierto tiempo, se lleva las limosnas de los escasos peregrinos.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad