Domingo, 11 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6293.
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 NUEVA ECONOMIA
MERCADOS INTERNACIONALES
SHANGHAI VIVE LA MAYOR CAIDA DE SU BOLSA EN LA ULTIMA DÉCADA
La volatilidad de los mercados de valores en China, que se han desplomado hasta en un 9%, no frena la fiebre de los inversores particulares, que controlan ya el 60% de las acciones. Por
Aritz Parra / Shanghai

Para que el mundo se constipe, aún es necesario que China haga algo más que estornudar. El nerviosismo de la pasada semana en los mercados bursátiles mundiales coincidió con el mayor batacazo en diez años del índice compuesto de Shanghai, que cayó un 9% en su particular martes negro. Los primeros análisis vinculaban los descensos con un signo de la creciente influencia global de las bolsas chinas, aunque el tropiezo en la de Shanghai se debió más bien a una corrección interna, en un mercado todavía inmaduro y relativamente aislado de los flujos de capitales internacionales.

«No tiene ningún tipo de relación», afirmaba el viernes Cheng Mei, una jubilada que sigue las cotizaciones desde la puesta en marcha de la Bolsa de Shanghai, hace 17 años. «Nuestro mercado es pequeño y tiene cierta capacidad de influir en la Bolsa de Hong Kong, pero no en el resto del mundo».

En la metrópoli china, los expertos en acciones son personas como ella: pensionistas, estudiantes, amas de casa, taxistas y comerciantes que pasan varias horas al día en las más de 600 oficinas de Bolsa de la ciudad. Allí comen, fuman, hacen punto, estudian la prensa económica en busca de claves, difunden rumores y comentan el ir y venir de las cotizaciones.

Junto a quienes tienen un ordenador y pueden jugar desde casa o la oficina, constituyen un ejército de inversores particulares que tienen en sus manos el 60% de las acciones de los dos mercados chinos, Shenzhen y Shanghai. Las medidas para enfriar el mercado inmobiliario y la baja rentablidad de los depósitos bancarios han lanzado a los chinos, con fama de ahorradores, a sacar los yuanes a pasear en el parqué.

El año pasado registraron 2,7 millones de nuevas cuentas para invertir en Bolsa, triplicando la cifra de 2005. A juzgar por las cifras, hicieron bien, porque tras cinco años sin levantar cabeza, 2006 se cerró con una revalorización en ambos mercados de un 130%. Cheng Mei, por ejemplo, consiguió recuperar en un solo año las pérdidas de toda una década.

El Gobierno quizás no era consciente de que cualquier anuncio de medidas económicas fuese a aguar la fiesta especulativa. Así ocurrió. Dos días bastaron para que el 27 de febrero la recogida de beneficios precipitase a la baja las acciones. «Es normal que un mercado que ha crecido tanto se comporte de esta forma, pero 2007 no tiene por qué ser un mal año», señala Wang Yuan Qing, que se enorgullece de haber multiplicado por cuatro su inversión el año pasado. «Este año será como el logotipo de Nike», añade: parón en los primeros meses y subida constante después.

Pero la influencia de estos inversores en los mercados de valores internacionales es dudosa. Los mercados chinos son todavía adolescentes y distan mucho de los occidentales en tamaño, apertura o tipo de empresas que cotiza. «El mercado de Shanghai sólo alcanza el 1% de la capitalización bursátil mundial. La mayoría de las grandes empresas chinas cotizan en Hong Kong, no en Shanghai», señala un análisis de Standard & Poor's. Incluso el papel de la Bolsa es distinto al de otros países: la mayoría de las empresas chinas acude a los bancos en busca de financiación exclusivamente. Y durante la última década, mientras el PIB chino crecía por encima del 10%, las Bolsas no paraban de registrar pérdidas, prueba de que no constituyen un barómetro fiable de la marcha económica.

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